Sigue Elián en primer plano
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, 17 de enero - Los periódicos, la televisión y la radio de Cuba continúan destacando de forma amplia y permanente los actos y declaraciones en demanda del regreso al país del niño náufrago Elián González Brotons. El enfoque es
totalmente parcializado en favor del tratamiento que el régimen está dando del caso.
Claro que ahí no existe ningún conflicto de intereses, pues aunque los actos públicos y no públicos son organizados por el gobierno de Fidel Castro, esos medios de comunicación son también suyos, y todo el mundo sabe que están en función única
y exclusivamente de ser cajas de resonancia de los intereses del régimen comunista de La Habana.
A su vez, todas las personas dentro del país que nos presentan de alguna forma opiniones sobre el tema mencionan de manera encomiástica al comandante en jefe y a la revolución, es decir, al más viejo gobernante y al más ineficaz y viejo gobierno de la Historia
de Cuba. Parece como si tuvieran que pagar algún tributo por dejarlos respirar, por dejarlos ser gentes.
Los argumentos que se vierten en esos actos dan la impresión, acabada y adornada, de que Cuba es un paraíso; como si entre la quinta y la sexta parte de la población cubana no estuviera obligada a vivir en el exterior, como si cientos de miles no mandaran en cada ocasión
cartas al sorteo de visas que realiza Estados Unidos; como si la gente no siguiera huyendo de forma permanente y algunos perdiendo la vida en su afán por llegar a cualquier destino que no esté dentro de esta Isla.
Por su parte, el padre de Elián y su deseo de tener a su hijo parece haber olvidado dar las gracias a aquellas personas que lo rescataron del mar y le salvaron la vida, mientras que la abuela materna exterioriza tanto control sobre sí misma que es difícil creer que haya
sentido en algún momento dolor por lo que debe ser para cualquier madre la irreparable pérdida en el Estrecho de la Florida de su única hija.
Las cosas parecen como si estuvieran ocurriendo en otra dimensión. Fuera de los actos oficiales es en extremo difícil escuchar ya algún comentario público sobre el caso Elián. Los ancianos continúan vendiendo cigarros sueltos en las esquinas a 35
centavos. Los anaqueles de bodegas y farmacias siguen vacíos. Los que crían cerdos continúan buscando desperdicios, a veces en los latones de basura, para alimentarlos. Y en los camellos se mantienen las discusiones, las broncas, los carteristas y las malas palabras; como
representación de la actual sociedad cubana.
Pero de todas formas hay como un compás de espera. Nadie se aventura a hacer un vaticinio final, pero se siente que el caso está siendo observado por casi todos los cubanos; más ahora que la administración Clinton dio su veredicto y la pugna dejó de ser entre
los dos gobiernos -el de Castro desde el primer momento lo planteó de esa forma- y pasó a convertirse en un enfrentamiento entre las fuerzas del exilio y las comunistas dentro de Cuba.
Los cubanos de la otra orilla han demostrado -eso ha quedado claro a los ojos de todos- tener un gran poder. Nadie sabe ahora a ciencia cierta si Elián será regresado o si no regresará. El día 4 de diciembre Eliancito dejó de ser un pequeño balsero náufrago
para convertirse en el caso Elián. Lógicamente, en este momento las expectativas están centradas en el próximo movimiento de Fidel Castro, pero no se sabe si agudizará la situación hasta convertirla en crisis, o si simplemente su régimen mantendrá
la tensión al actual nivel.
Mientras, con sus encantadores 6 años, Eliancito continuará jugando en Miami ajeno a que él, quizás, pueda ser clave en el desarrollo de muchos acontecimientos.
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