El cartelito
Rev. Pedro Crespo Jiménez, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, enero - Una nueva modalidad hemos puesto en uso los cubanos. Pero no es nueva. Ya nuestros ancestros la utilizaron y fue, en los orígenes de la humanidad, un medio de comunicación del hombre de las cavernas. En nuestro caso, el cartelito ha dejado de ser un medio más
para convertirse en un medio por excelencia, que ha dejado atrás y pisoteado el hermoso encuentro de la comunicación interpersonal, tan rica y generadora de valores.
He aquí unos ejemplos: "Salí a almorzar", "Se acabó la prensa", "No tengo menudo", "El periódico no ha llegado", "Fui al banco", "No doy chance", "El teléfono no funciona", "El plomero
no trabaja hoy", "Llegaron los cigarros", "El sábado no trabajo", "Llegó el picadillo de soya", "No ha llegado la leche"... y éste, de lenguaje tan controvertido: "Se hacen zapatos con la piel del cliente". Ud. sólo
necesita salir por las calles y mirar con atención para encontrarse, a boca de jarro, con estos cartelitos que, evidentemente, eluden una auténtica comunicación personal.
Donde más abundan es en los estanquillos de periódicos y en las bodegas. Indudablemente, informan y uno pierde mucho menos tiempo, pero es una lástima que se eche mano a este recurso.
Por lo demás, las personas que los utilizan parecen robots: no hablan, se mueven mecánicamente y, lamentablemente, viven en una perenne tristeza. Para ellos, tratar con el público es la peor parte del trabajo.
Este aparente e inofensivo recurso cartelístico de nuevo cuño en nuestra sociedad se ha ido introduciendo en el hogar. El refrigerador o la mesa del comedor ha sido el lugar escogido para la exhibición: "Pepe, en el refrigerador hay harina. Te quiero", "Albertico,
ahorra el jabón, es el único que queda. Tu mamá", "Vieja, hace dos días que no te veo. Armandito, "Bety, el puerquito parece que está enfermo. Mira a ver qué tiene", "Cicha, quítame la ropa de la tendedera".
Cada vez nos alejamos más de las personas que queremos y de la vida misma. Si no atajamos a tiempo estos males que nos corroen, daremos un paso más como autómatas del nuevo siglo.
Nunca la palabra pronunciada podrá ser sustituida con eficacia, ni el cartel poseerá la carga de emoción, cariño y revelación que tiene un "te quiero" escuchado de labios de la persona amada.
¿Cuándo aparecerán en Cuba carteles que anuncien de manera oficial el fin del picadillo de soya y los camellos urbanos, la venta de los productos de manera liberada y en moneda nacional, y de igual manera el acceso a todas las instalaciones turísticas sin discriminación
o exclusión por ser un cubano de a pie".
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