CUBANET ...INDEPENDIENTE

11 de enero, 2000



Carta a Dios

Ramón Díaz-Marzo

LA HABANA, enero - Querido Dios: Esta carta o plegaria es una formal solicitud de salvación para Cuba. Ha llegado la hora de que envíes a un ejército de ángeles (que ningún temor o dinero o falta de sabiduría pueda comprar) especializados en el área del Caribe, con el objetivo de preparar condiciones objetivas para que se produzca el MILAGRO. Pues sería ridículo que el chanchullo entre La Habana y Washington (o negocio) continuara perviviendo en el tercer milenio de nuestra era cristiana. Esta ha sido la guerra más larga del mundo que Tú, en tu infinita MISERICORDIA, tendrás que ponerle algún día su punto final. Los cubanos necesitamos con urgencia un descanso, respirar el aire de la libertad, y recobrar nuestra dignidad. Esto último también te lo pido para los cubanos de la Pequeña Habana, donde tengo entendido se vive la misma paranoia, pero con comida. Apiádate, pues, de este pueblo trabajador e inteligente pero dividido por los imponderables del Azar.

Querido Dios: Tú tienes que existir; y si no existieras, yo te inventaría. Sin ti la vida no tendría sentido. De sólo imaginar la vastedad de un Universo desolado, porque Tú no existas, siento el horror de la verdadera soledad. Así que escucha mi ruego. Cuando termine este año 2000, todos los cubanos llevaremos viviendo 41 años de guerra. ¿Es demasiado tiempo para un pueblo pacífico? Estoy seguro. Pero lo que para ti es un instante, para todos los que aquí languidecemos es más que la Eternidad. Por eso supongo que tus infinitas y vastas preocupaciones te impiden estar al tanto del chanchullo de guerra que existe entre La Habana y Washington. Por eso me gustaría que enviaras a uno de tus Querubines, como relator especial, para que personalmente se empapara del asunto y luego Tú tuvieras una información veraz de lo que ocurre. Alguien tendrá que decirte que la mayoría de los cubanos, de dentro y de fuera de la Isla, somos unos ratoncitos corriendo en el interior de un laberinto imperdonable donde lo único que importa es encontrar dos cosas: el diario trocito de queso y la definitiva puerta de salida.

Querido Dios: sé que en otras latitudes de nuestro planeta ocurren desgracias peores que la de los cubanos, pero admite que Tú has creado a los seres humanos de forma que las cosas que no nos ocurran personalmente no las podamos sentir como propias. Y haciendo un repaso de las desgracias de guerra que la Historia registra, no encuentro ninguna que se haya dilatado por tantos años. Por eso te pido para Cuba, varada en la trampa de una muerte china, piedad.

Querido Dios: en momentos difíciles he pensado que por ser geográficamente Cuba tan pequeña te has olvidado de nosotros. Y si estoy confundido porque no logro interpretar correctamente a mi realidad nacional, envíame un emisario que me aclare si nos encontramos en un Infierno, un Limbo, o un Paraíso. Yo no soy omnisciente como Tú, para quien nada en este mundo puede ser ajeno. Pero ya que tus propósitos me son inescrutables, lo máximo que hago es preguntar, respetando siempre la vida que Tú nos has otorgado. De manera que estoy concluyendo esta misiva dándote, paradójicamente, las gracias por lo mucho que yo, y otros cubanos más, hemos sufrido desde el primer día que este Gobierno nos manipuló y nos usurpó nuestra libertad civil con sus discursos y consignas, que eran y son simple demagogia. Gracias, Dios. Con nuestra alma envejecida por las humillaciones recibidas seguro estaremos mejor preparados para ganar el Reino de tus Cielos.

Querido Dios: en mí puedes comprobar lo malagradecidos que somos. Nos has enviado la paz y la quietud de una naturaleza benigna que para otros países sería una bendición, y yo, y muchos cubanos más, insistimos en un cambio para Cuba. Claro está que yo, y muchos cubanos más, no estaríamos dispuestos a perder la Salud Pública que, mal que bien, a la hora de la verdad funciona. Pero sí que nos gustaría, cuando Tú decretes ese cambio, que este sol por el cual los turistas pagan dólares para disfrutarlo hasta el cáncer benigno de la piel, lo alejes un poco de nuestra Isla, de manera que cuando llegue la época del invierno nos caiga un poco de nieve, que a mi entender tiene que ser la clave salvadora de la Humanidad. Pues no puede ser casual que la mayor parte del Primer Mundo se encuentre en latitudes frías, especialmente en esa zona de Europa correspondiente a los Países Bajos, donde la legislación y ejecución de las leyes los muestran como países de nuestro tiempo que han logrado un equilibrio donde la justicia social funciona sin ser una carga para el Estado ni una irrentabilidad para el Gobierno.

Querido Dios: las últimas noticias que recorren el mundo hablan de múltiples catástrofes que padece el planeta, con lo cual se hace evidente el intenso trabajo de modificación poblacional que con tus lluvias torrenciales, terremotos sorpresivos y despertares de dormidos volcanes, estás ejecutando. Faltan ocho mil setecientos ochenta y cuatro horas para cruzar el umbral del siglo XXI y casi doy por cierto que para Cuba no has decretado más catástrofe que la que padecemos desde hace 40 años. Y si me atrevo a sostener la pluma para escribir esta carta es para que tengas piedad para un pueblo constituido en su inmensa mayoría por jóvenes generaciones que no saben qué significa la libertad individual. No obstante, soy capaz de comprenderte. Imagino que muchas de tus decisiones pudieran quedar improcedentes con todo ese revolico de las leyes del karma, que son como trabas burocráticas en tu mandato Universal de un Espacio diseñado por unas telarañas de leyes mecánicas donde, ni Tú mismo que las creaste, ahora podrías modificarlas para introducir abruptas reformas y cambios sustanciales. Así que no sé cómo ni cuándo ocurrirá el MILAGRO, pero sé que ocurrirá.

Querido Dios: escribo la palabra "espera", porque supongo que aún no nos encontramos en el Paraíso o en el Infierno, que son los únicos lugares donde ya no hay nada que esperar. Y por ello repito: esperamos tu MILAGRO. Es más, me atrevería a sugerirte que hace tiempo nos merecemos ese MILAGRO. Pues si hemos estado pagando karma durante todos estos años, con honestidad ahora te digo que hemos sufrido lo suficiente para saldar todas nuestras deudas con las Causas y los Efectos. Te lo digo por una razón bien sencilla: si tus planes para fin de milenio no contemplan el hundimiento de esta Isla en las aguas blancas y azules del Caribe, haz, repito, que entonces ocurra el MILAGRO que todos esperamos. Extiende ésa, tu mano poderosa, y envía la Luz que espante a tanta oscuridad y la familia cubana se reúna con amor ese día en que las campanas de las Iglesias tocarán por la vida y las sirenas de los barcos en los puertos y fábricas gritarán: ¡Libertad!, y la noticia de un pueblo feliz haga que el mundo se estremezca con el poder de tu Gloria.



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