La última noche del 99
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, 6 de enero - El mutismo de las calles caracterizó la víspera del año nuevo en La Habana. El día trescientos sesenta y cinco del 99 amaneció tranquilo y así terminó. Un año 99 un tanto ajetreado empujó al descanso. La
alegría del jolgorio estuvo ausente ahora, a diferencia de los días en que celebramos la Navidad. El 24 se gastó todo.
Incluso un rumor público difundió como de mal augurio lanzar a las doce de la noche del 31 de diciembre el tradicional cubo de agua que limpiara la mala suerte del año viejo. Varias son las razones que pudieron causar tal desánimo. Primero, no toda la población
contó con lo suficiente para celebrar porque hay que tener en mente los altos precios de los comestibles y bebidas, a pesar de la rebaja de éstos en la semana cincuenta y dos del 99.
Una mujer aún joven me explicó en plena calle que le fue imposible comprar carne de puerco, aunque el precio era de 10 pesos la libra, para ella y sus tres hijos. No podía quedarse sin dinero. ¿Y después qué?
Lázara quedó muy desilusionada de todo pues, según ella, pasa el año trabajando y el último día del año no puede ni festejar como sucede con la mayoría de sus vecinos en la Habana Vieja.
Un extranjero de visita en la capital este fin de año me explicó convencido que su viaje a La Habana fue un error, porque pensó encontrar una ciudad con ambiente de fiesta mayor y el 31 de diciembre la mayoría de los habaneros no salió a la calle.
Una señora ahondó en la cuestión al decirme: No hay felicidad ... hay muchas familias divididas, muchos ausentes y ninguna perspectiva de mejorar.
Otra razón poderosa es la del cansancio de la población provocado por las dificultades del transporte público urbano en la actualidad, agravado en el trimestre que cerró el 99.
La Habana esperó el 2000 con cierta reserva. Quizás coincidirán conmigo que la falta de esperanzas concretas en la vida de los cubanos sea la causa real del asunto. A diferencia de años anteriores, a la medianoche del 31 de diciembre no se escucharon vítores
ni gritos de júbilo. Silencio. Sólo silencio.
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