Fin de año de una ciudad desolada
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, 6 de enero - Una calle larga, completamente desierta como si los autos hubiesen huido también. De algunas casas se divisaban luces, y sólo una música lejana rompió el silencio de aquella tristeza.
Eran las ocho y cuarenta de la noche del 31 de diciembre de 1999, día que marcaba el fin de un siglo aunque la prensa oficial insista en lo contrario. La calle es la Calzada de Managua, aquí, en la ciudad de La Habana. Después se pudo conocer que la desolación cubría
con su manto casi todas las calles de esta ciudad.
Cuántas personas en el mundo estarían celebrando o habrían celebrado ya una fecha tan trascendental, y cuántas estarían aún bajo los efectos de guerras, epidemias y desastres naturales, y entre estas últimas pudieran estar los ciudadanos de este
país, expuestos a un desastre que ya dura 41 años y no es precisamente por acción de la naturaleza, sino del propio hombre.
Las doce de ese día 31 pasaron para muchos en esta sufrida Isla con muchas penas, pocas glorias, y sobre todo sin nada que celebrar, pues la separación y la muerte no son hechos por los que nadie intente levantar su copa y brindar.
Quizás en compensación casi todas las constelaciones brillaban en el cielo, como queriendo trasmitirle a aquéllos que las pudiesen ver un aliento de esperanza para el futuro.
Sin dudas la patria está triste. Aún cuando la quieran vestir con sus mejores galas. Y este año 41 deja en el aire un extraño desencanto, que tratan de esconder muchos cubanos por la necesidad de sobrevivir.
El año nuevo comenzó. Mas la decisión ya está tomada. De acuerdo o no, eso no importa, la suerte fue impuesta hace ya muchos años.
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