De la ciencia-ficción
Carmen Luisa Pinto Pereira, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, 5 de enero - El 2000 era una meta remota. En mi niñez hablar del año 2000 era un capítulo de ciencia-ficción con figuras humanoides, monoculares y macrocéfalas en tonos verdes.
Cuando crecí, la adultez abandonó el vicio futurista de lo improbable y me entregó en alma y vida al despedazamiento por lo cotidiano, que era una guerra más sorda que la de Flash Gordon contra el Emperador de Mingo o contra la obligada invasión de Marte.
En este 2000, que nos llegó tan simple como una madrugada de sábado, constaté que la imaginería de mi generación fue bastante exacta. En la realidad, ya sin ciencia-ficción, tenemos que efectivamente el color verde predomina en sus diferentes matices.
Los seres vivientes son figuras humanoides monoculares. Lo único que difiere de lo vaticinado por aquellos tiempos de mi niñez es haber devenido, por desuso y/o "voluntad divina" en microcefálicos y mononeuronales. ¿Habrá que creerlo?
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