"El velocípedo es mío"
Tania Díaz, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, 5 de enero - Tengo en mi poder la foto de un niño. El niño de la foto no es Elián González Brotons, quien vive en Miami rodeado de familiares que lo quieren y muchos juguetes. Este niño es Marion de Miranda Roig. Casi tiene dos años. Vive en
Campanario y San Rafael, en la capital de Cuba y apenas tiene juguetes.
El día 13 de diciembre pasado, Marlon jugaba con su velocípedo cuando de pronto, oficiales de la Seguridad del Estado cubana irrumpieron en su hogar. La orden fue ocupar todos los juguetes que el independiente Colegio de Pedagogos y la organización ecologista Naturpaz
repartirían a los niños que participaron de un concurso infantil.
Al ver que se lo llevaban todo: bicicletas, patines, carriolas, libros de cuentos infantiles, pelotas, bates, Marlon se aferró a su velocípedo y aunque un agente trató de quitárselo de las manos, no lo logró. El niño lloraba y gritaba: "¡Es mío!"
Su abuelo, el líder opositor Roberto de Miranda, contemplaba la escena, impotente, lleno de dolor. Por suerte, no fue arrebatado a Marlon su velocípedo. Pero quedó llorando un largo rato, asustado. Los niños del concurso perdieron sus premios, y Miranda quedó
desconsolado para siempre.
Muchos fueron los testigos de este hecho insólito: un periodista independiente cubano, Armando Añel; un periodista polaco, Filip Lobodzinski, de la televisión de Varsovia; un diputado de la Dieta Polaca, Andrezj Potocski. Ambos de visita casual y casi todos los familiares de
la casa.
Han transcurrido semanas y nos dice la madre de Marlon que el niño continúa asustado, que cuando entra algún desconocido a la casa, va corriendo hacia su velocípedo y se aferra a él, expectante. Dice que su conducta ha cambiado, pero que espera se olvide de
este episodio insólito.
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