CUBANET ...INDEPENDIENTE

6 de enero, 2000



Mitos de Cuba, según García Márquez

Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, enero - Uno de los grandes mitos sostenidos por la izquierda latinoamericana a lo largo de décadas ha sido el de una Cuba anterior a 1959 cuyo supuesto "desastre" social originó una revolución como la de Fidel Castro, la cual habría significado el fin de las injusticias y miserias, o su apreciable atenuación, sólo obstaculizada por la política de sanciones económicas unilaterales de Estados Unidos hacia Cuba. Más, ya se sabe, las "agresiones, los intentos de atentados al Comandante, etcétera".

Esa visión fue estimulada, y lo es, por escritores como el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, quien en una de sus crónicas reunidas en el cuarto tomo de su obra periodística apuntó que "los latinoamericanos de mi generación concebíamos a Cuba como un gigantesco burdel de gringos donde la pornografía había alcanzado su más alta categoría de espectáculo público".

Nadie sabe de dónde García Márquez obtuvo datos para semejantes opiniones, que para cubanas como la maestra de Miami Lucrecia Uzal de Rodríguez constituyen el sumum de la ofensa y la superficialidad. Así lo hizo saber en carta abierta al Nobel de Literatura. Por mi lado, me parece bastante peregrino poner en mente de los latinoamericanos -como afirma García Márquez- el que ellos concibieran a La Habana como el burdel de los gringos.

La fuerza de los mitos termina por engañar no sólo a sus creyentes, sino incluso a sus creadores. Quizás, el gran escritor cayó en esa trampa y acabó por tomar en serio a ciertas cifras de oscuro origen, citadas de vez en cuando para alimentar a la mítica revolucionaria cubana, y según las cuales al filo de 1958 la Isla sumaba nada menos que 200 mil prostitutas, un dato incapaz de resistir mínimo análisis. De ser veraz, habría significado la existencia de una hetera por cada once hembras de todas las edades. Cierto es, prostitución había. Pero principalmente para consumo de machos nacionales, celosos de la virginidad de las hijas. No como ahora, al ser vicio prioritario de turistas y empresarios extranjeros.

Desde luego, la Cuba de 1959 distaba de ser un paraíso de justicia social. Pero también distaba de ser lo imperfecta que los creadores de mitos pretenden. Un cambio era necesario; pero de ahí a la existencia actual de la Cuba del picadillo de soya, cuya realidad es bien ausente de mitos, va un largo trecho. Por ello, invito a recordar que lo real de las sociedades brota de los estudios y las estadísticas, algo al parecer olvidado por García Márquez, de seguir a su visión "latinoamericana" de una Cuba pululante de rameras. De este modo, si se acepta que la prostitución prospera en razón inversamente proporcional al bienestar de las sociedades, algunos datos de fuentes confiables como Naciones Unidas o el Fondo Monetario Internacional permiten afirmar que hoy la Isla es más proclive al sexo tarifado que antes del triunfo de Fidel Castro.

Siempre de acuerdo con las fuentes citadas, el consumo de calorías percápita en la Cuba de 1958 alcanzó a ser el tercero de América Latina. Hoy, es uno de los últimos. Su telefonía de entonces era un ejemplo regional y ahora es la más atrasada. Al cierre de 1998, según datos oficiales cubanos, la densidad telefónica era de 3,8 líneas por cada 100 habitantes, cuando ya Argentina había sobrepasado las 14, al igual que Costa Rica, y Panamá, Chile y Venezuela las 11 líneas.

En 1958 Cuba era el segundo país latinoamericano en tenencia de equipos de radio: 169 por cada 1000 habitantes. Hoy se encuentra en el promedio de la región. En 1957 la Isla disponía de 45 televisores por cada mil habitantes, dato que en la actualidad es de 170. Pero en ese tiempo transcurrido, Uruguay ascendió de un equipo por cada millar de personas a 232, y Argentina y Brasil avanzaron desde cinco televisores a 220 y 209, respectivamente.

La Cuba de 1958 editaba 58 diarios, sin contar de respetables publicaciones como Bohemia y Carteles, la primera considerada entonces la mejor del continente en su género. En 1992, la Isla editaba sólo 17 diarios; en 1998, uno. Y tanto amor por la lectura de periódicos y revistas era posible porque el país exhibía antes del triunfo de Castro una, para la época, ejemplar tasa de alfabetismo de 76%; hoy de 96%, cierto es, ya alcanzada por un número de países de la región que no necesitaron de tanta propaganda alrededor de una campaña de alfabetización para lograr esos índices. Aquel "Cuba, territorio libre de analfabetismo" fue posible de lograrse en un año porque, ante todo, pudo contarse con la ventaja de todo lo hecho en la humilde escuela pública cubana, a lo largo de medio siglo. Vale enorgullecerse por los índices actuales de maestros, médicos, ingenieros y científicos. Pero que no se olvide: ése es el fruto de toda Cuba, a lo largo de casi un centenar de años.

Parte principal del mito de Cuba, según García Márquez, se relaciona con los tan publicitados logros en la salud pública de la Isla, siempre olvidados los publicistas de señalar que en 1958 la tasa de mortalidad infantil -32 por mil- ya era la más baja de América Latina y la decimotercera del mundo, por encima de naciones como Francia, Bélgica, Alemania, Israel, Japón, Austria, Italia, España, Portugal y otras. Hoy, la tasa de mortalidad infantil es aún mucho más baja. Pero el lugar de Cuba en cuanto a la calidad de ese índice descendió hasta el vigésimoprimero. ¿Avanzó o retrocedió?

Un aspecto del mito de Cuba, según García Márquez, corresponde al papel jugado por la política de Estados Unidos hacia la Isla. Datos del Gobierno de Fidel Castro estiman las pérdidas originadas por la misma en unos 65 mil millones de dólares. Pero un estudio del conocido economista cubano Carmelo Mesa-Lago afirma que las subvenciones recibidas de la ex Unión Soviética ascienden a otro tanto. Menos, sumado a más, igual a cero.

Nunca las estadísticas alcanzan a revelar toda la verdad, aunque sí contribuyen a liquidar mitos como el de Cuba, paraíso de prostitutas, al tiempo que avisan de una realidad nada mítica: Cuba, prosperan jineteras. Lo cual no quiere decir que las cubanas sean putas.



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