Salto hacia otra verdad
Zoimara Menéndez Simeón, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, enero - Desde hace algún tiempo se viene desarrollando en Cuba una tendencia que aparece de manera simultánea al fenómeno del jineterismo. En ella un cubano (la mayoría del sexo femenino) se desposa con un extranjero y de momento se hace a la luz con un
status social nuevo.
Ante los ojos de los demás emerge una persona distinta con un refinamiento en sus maneras de comportarse y de expresarse. Sus ropas ya no son aquéllas que con tanto sacrificio compraba en las tiendas dolarizadas destinadas al pueblo. En ella ha ocurrido una transformación
hacia lo supremo con sólo haber cerrado los ojos y decirle un sí a un no coterráneo.
Este no tiene que necesariamente ser un magnate. Puede ser un simple obrero, un pequeño empresario, un profesor que, viviendo en un país abierto a todo tipo de posibilidades y, por consiguiente, antagónico al nuestro, puede llevar una vida que para nosotros constituye algo
impropio, lejano, destinado sólo a los que están o se acercan al poder o se mueven de una manera bastante jerarquizada en el mundo del turismo.
Esto ha implicado la creación de patrones de conducta que se insertan de una forma directa y dolorosa en la sociedad cubana. Cuando por alguna razón conocemos a alguien que tiene una relación de ese tipo, enseguida notamos la diferencia. Se perciben en ella aires de
grandeza, de bienestar y hasta de libertad. Ya no hay amargura en su mirada y a su alrededor todo la hace única.
Entonces aquél que sigue llevando una vida tan miserable se siente pequeño, inútil, burlado en su propia existencia y advierte que está llevando una vida prestada y sueña con despertar de esa larga y oscura pesadilla.
Esta situación, que se ha hecho palpable gracias a la entrada creciente de turistas a la isla, no se daba al menos quince años atrás. Es propia de esta nueva generación que creció en la diferencia. Excepto unos pocos, nadie en Cuba conocía el modus
vivendi de nuestros semejantes, de otros países y bajo las banderas de otras ideologías. Cuando comienzan a descorrerse las cortinas de ignorancia aparece una verdad absoluta: es posible vivir y es posible vivir bien, siempre que te den la posibilidad para lograrlo.
Otro fenómeno que ha venido cayendo en el ocaso de nuestra realidad es que esas mismas personas, que de un modo u otro escaparon al sacrificio que de los cubanos se exige, son tratadas como señores dueños del universo, verdaderos héroes de la película.
Mientras, aquéllos que siguen atados a la tabla de salvación que el gobierno impone, se preguntan, confundidos, cuándo llegará un sol propio para cuba que nos alumbre a todos por igual.
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