Paro laboral, salarios y trenes
Ramón Humberto Colás, Cuba Press
LAS TUNAS, febrero - La palabra "huelga" parecía ajena a los cubanos, quienes en algo más de cuarenta años no han gozado de la oportunidad de reclamar sus derechos mediante esta poderosa arma de lucha.
No obstante, los trabajadores ferroviarios del central azucarero "Amancio Rodríguez", en Las Tunas, acaban de escenificar una valiente manifestación para exigir el pago por el trabajo que realizan y que se le negaba de manera arbitraria.
La decisión de todos los tripulantes de las locomotoras amancieras se comenta como el hecho más trascendente en esta localidad después del triunfo revolucionario.
El ejemplo de esa actuación cala con fuerza y respeto en la mentalidad del resto de los trabajadores. Una toma de conciencia se percibe en los azucareros con esta primera huelga contra las arbitrariedades y el pago injusto a que son sometidos los obreros de ese sector.
Antes de 1959 los trabajadores de este ramo constituían la clase obrera mayor del país, hoy, parece que continúa siendo así. Sin embargo, con el triunfo del 1 de enero del 59 un conjunto de medidas que los favorecía fueron eliminadas. El diferencial azucarero
se destaca como el principal logro que beneficiaba a miles de personas que laboraban en ese sector.
Desde que las huestes rebeldes tomaron el poder político en Cuba esta importante área de la actividad económica nacional se deprimió de tal manera que hoy es una industria en crisis.
Hacer una zafra es costoso, las ganancias son mínimas, los ingenios están destruidos, los cañaverales no aportan los rendimientos de años anteriores, vastas extensiones de caña están perdidas y pobladas de marabú, la yerba -enemiga principal del
cultivo- se apodera de grandes zonas agrícolas dedicadas al cultivo de la dulce gramínea.
Por otra parte, los trabajadores que debían constituirse en el centro fundamental de la industria del azúcar están abandonados a la peor de las suertes. Los salarios que devengan no satisfacen las necesidades básicas de sus familias. Las condiciones en que realizan
sus labores diarias no son las adecuadas. Las exigencias son cada día más. Las obligaciones de financiar a un sindicato que sólo responde a los intereses de la Administración es una verdadera ofensa a esa masa de trabajadores, y ha perdido la capacidad para representar
a esos trabajadores.
Las tribunas históricas, que se erigieron a lo largo y ancho del país antes de 1959, para exigir mejoras económicas el actual gobierno las destruyó. El gremio no ha producido un solo líder después que el poder de La Habana tomara las riendas del país.
El sindicato, por tanto, es una institución oficialista más que no brinda apoyo a nadie. Lo menos que hace es defender a los trabajadores, su principal labor es la convocatoria a la realización de esfuerzos sobrehumanos en la producción a cambio de nada. El paro que
tuvo lugar en Amancio Rodríguez el día 5 de febrero del año en curso es consecuencia de la injusticia que el sistema comunista impone a los obreros de ese sector.
Los organizadores de la huelga actuaron desafiando a la autoridad del régimen y a las posibles medidas represivas. Al paralizar su actividad, los transportistas ferroviarios lo hicieron sin conciencia de que realizaban, por primera vez en 41 años, una huelga. Sí, una
huelga, aunque parezca raro. La industria dejó de producir azúcar por 12 horas, el paro masivo y espontáneo tomaba por sorpresa a la Administración del ingenio, que desconcertada ante la firme decisión de los huelguistas no sabía qué hacer.
La mayoría de los trabajadores se quedaron en casa, los que asistieron se negaron a cumplir las exigencias de las autoridades que visitaban los hogares de los protagonistas de la protesta para tratar de hacerlos regresar al trabajo. La gestión fue infructuosa, la demanda de que se
les pagara el total de lo que habían trabajado en largas jornadas con un mínimo de condiciones constituía el motivo de la huelga.
La Seguridad del Estado (DSE) tomaba parte en el asunto. Ese cuerpo represivo no está ajeno al análisis que deriva del comportamiento de los que participaron en el paro.
"El central se llenó de caras extrañas, aquello se puso bien feo", dijo un obrero del Departamento de Tráfico.
"Este ingenio necesita hombres como Amancio Rodríguez y José Oviedo Chacón", sentenció Luis González Ramírez al referirse a los líderes azucareros naturales de la zona que fueron asesinados en 1949 por pistoleros a sueldo del gobierno de
turno, a causa de sus demandas en pro de mejores salarios tal como lo acaban de hacer los tripulantes de los trenes que transportan la materia prima al ingenio tunero.
Los ferroviarios de Amancio forman parte de los cubanos que por su dignidad comienzan a perder el miedo. La obediencia ciega que impone el sistema de los comunistas dejó de acatarse por esos valerosos y humildes trabajadores al decir: "No trabajamos si antes nuestras justas demandas
no son satisfechas".
La exitosa parada laboral devino en una rotunda victoria. Esta huelga es sintomática, un problema social grave afecta a la gran mayoría de los obreros en la isla. La manifestación es una prueba para el gobierno de lo que son capaces de hacer los azucareros cuando se les
somete a cumplir con un trabajo que dista poco del que estaban obligados a realizar los esclavos.
Un reto para que se produzca una política que no afecta al trabajador quedaba obviamente demostrada por el reclamo de los huelguistas. El día 5 de febrero del 2000 es y será un día histórico, la acción puede repetirse en cualquier lugar de Cuba porque
la injusticia está en el resto de los centrales azucareros, en las fábricas y en los campos, donde se paga un salario miserable que apenas alcanza para comer no más de dos semanas. Los que se abrogan el derecho de dirigir el destino del pueblo cubano deben saber que otros
obreros pueden hacer lo mismo, y poner en un aprieto al sistema por las huellas positivas que deja en la conciencia de la masa de obreros en el país estos actos de desobediencia.
Paro laboral en central tunero / Berta Mexidor, Agencia Libertad
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