Respuesta
equivocada
Héctor Maseda, Grupo Decoro
LA HABANA, diciembre - El hurto y sacrificio ilegal de ganado mayor en Cuba
ha afectado de cierta manera la cantidad de ejemplares de ganado vacuno y
caballar existente en el país, pero no es el máximo responsable de
la disminución del rebaño nacional. La desafortunada política
ganadera llevada a cabo por el gobierno cubano en las últimas cuatro décadas
es la gran culpable al propiciar indiscriminadamente su reducción a casi
un tercio de las cifras existentes al finalizar el año 1958, situación
que se complicó más aún si tenemos en cuenta que el
crecimiento demográfico del país prácticamente se duplicó
en igual período.
La historia nos dice que las primeras reses llegaron a Cuba a principios del
siglo XVI, procedentes de La Española (actual República
Dominicana). Ciento cincuenta años más tarde el sector alcanzaría
una categoría privilegiada en la actividad económica de la Isla
debido a la necesidad de suministrar grandes cantidades de carne salada (tasajo)
a las tripulaciones de los barcos que tocaban puertos cubanos en sus viajes
desde la Metrópoli Ibérica hacia el Nuevo Continente, y viceversa.
A partir de ahí tuvo sus altas y bajas, pero en todo momento fue
capaz de abastecer completamente el consumo nacional y crear algunos excedentes
para la exportación. La ganadería sólo cedería
terreno a los cultivadores de tabaco en 1660; volvió a ocupar su lugar
cimero a principios del siglo XIX y se vio profundamente diezmada por las
guerras independentistas (1868-78 y 1895-98), la reconcentración ordenada
por el Capitán General español Weyler, la falta de brazos para
atender y aumentar los rebaños, y por el abusivo consumo de carnes
frescas por parte de los más de 300 mil efectivos que poseía en la
mayor de las Antillas el ejército colonial. De esta forma, para 1898 el
total de reses se vio reducida de 1,2 millones de ejemplares a sólo 120
mil en el país. El primer gobierno interventor norteamericano en Cuba
(1898-1902) fue el encargado de dirigir y financiar nuestra recuperación
económica.
En octubre de 1900 fueron adquiridos miles de nuevos ejemplares
reproductores de calidad en México, con grandes facilidades en el
financiamiento. En 1902 el rebaño aumentó a 953 mil 911 cabezas.
Para 1903 su número ascendió a un millón 223 mil 613. En
1951 la cifra alcanzaba los 5,7 millones de cabezas vacuna y caballar. El
crecimiento demográfico sería algo superior a los 5 millones en
igual tiempo. Es decir, los cubanos disponíamos de 1,1 cabeza de ganado
per cápita y existía un excedente exportable.
Al triunfar Castro en 1959, la población cubana se acercaba a los 6,2
millones de habitantes, mientras que las manadas vacunas y caballar eran de 5,2
millones y 500 mil, respectivamente. Lo cierto es que, a pesar de haber
atravesado una guerra civil, había 0,92 reses por habitante y todavía
se exportaba ganado de calidad para recría.
Fue entonces que el nuevo gobierno comenzó a buscar, por medio de técnicas
genéticas, variedades más resistentes al clima con mayor y
superior calidad cárnica sin afectar sus cualidades lecheras. Los
resultados no fueron satisfactorios y los rebaños mantuvieron el índice
de decrecimiento. Después le tocó el turno al mal llamado período
especial (1990-hasta la fecha) que empeoró el asunto: se cerraron las
fuentes de financiamiento y con ello se eliminó la importación de
pastos y forrajes que, junto a los prolongados períodos de sequía,
aceleraron la disminución del ganado mayor.
Se desconoce el número de reses, caballos, yeguas y mulas que posee
el país en diciembre del año 2000. Algunos comercialistas lo
calculan en 2 millones de cabezas, de acuerdo al número de granjas
disponibles, su extensión y tipo de pastoreo usado. Por otro lado, la
población cubana alcanza los 11,2 millones de habitantes. Esto significa
que hoy cada cubano dispone sólo de 0,17 reses, cantidad insuficiente
para mantener el consumo de carnes rojas requerido para la satisfacción
de la población, cubrir la alimentación de cerca de 2 millones de
turistas extranjeros que anualmente nos visitan, número que tiende a
crecer, y mantener un aumento de las manadas proporcional al incremento
poblacional.
Como reza un viejo refrán: "La necesidad hace parir hijos
mulatos". El gobierno de Castro ha sido incapaz, durante los casi 42 años
que lleva en el poder, de mantener el suministro racionado de ese alimento para
toda la población. Por sólo citar dos ejemplos, diremos que
durante el año 1999 se realizó la venta de carne en tres
oportunidades a razón de 230 gramos por persona cada una de ellas. En el
año 2000 apenas dos veces, en las mismas cantidades.
Son éstas y no otras las razones que han provocado la matanza ilegal
de ganado mayor (por sólo hablar de esta irregularidad social y no del
resto de los desvíos y corrupción que existen en todas y cada una
de las esferas de la producción y los servicios de la economía
nacional). La escasez obliga a buscar nuevas vías en el suministro de los
productos que faltan, y no siempre se logra por los canales legales, y menos aún
si éstos no existen.
En 1998 el gobierno cubano reportó 48 mil 910 reses sacrificadas
ilegalmente. En 1999 y el 2000 informaron que se habían controlado estas
prácticas ilícitas en número insuficiente respecto al 1998.
Y esto ocurre a pesar de haber creado un enorme cuerpo de vigilantes auxiliares,
cuyo salario paga el contribuyente, destinado a cuidar los rebaños
estatales. El campesino debe resolver la situación por sus propios medios
y controlar el hurto en sus respectivos hatos.
Con estas medidas no se solucionará el problema. Se requiere aplicar
una política ganadera nacional realista, racional y que solucione la
demanda de la población de ese producto, y a corto plazo.
¡Cese la escasez y cesará el sacrificio ilegal de ganado mayor y
demás desvíos de recursos materiales! Demuestre el gobierno su
buena voluntad para solucionar, real y definitivamente, los problemas que
aquejan a la sociedad cubana y ésta dará una respuesta en
concordancia al estímulo gubernamental que pudiera recibir.
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