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19 de abril, 2000



Puerto en Cayo Coco refuta necesidad de construcción de pedraplenes

LA HABANA, 18 de abril (Reinaldo Cosano Alén) - La próxima explotación comercial de una terminal marítima para el atraque de patanas de carga de hasta mil toneladas, en Cayo Coco, resulta un contundente mentís sobre la necesidad de construcción de pedraplenes, enorme insulto a la naturaleza y a la opinión pública.

Esas carreteras marítimas dañan irreversiblemente los ecosistemas costeros y los cayos e isletas con flora y fauna autóctonas.

Montañas de arcilla y buena piedra son llevadas y hundidas en el mar de cuyo fondo emergen los diques, con su gruesa cinta por encima de hormigón y asfalto. Así no sólo se pierde irrecuperable e innecesariamente un gran patrimonio natural, sino también incontables recursos energéticos financieros y humanos.

El puerto marítimo de Cayo Coco recibirá altos volúmenes de mercancías, necesarias para el ambicioso proceso inversionista, devastador de la cayería norte de la provincia de Ciego de Avila.

El flamante puerto recibirá además grandes cantidades de otros insumos para hoteles, cabañas, empleomanía y todos los servicios complementarios para el usufructo de los nuevos usurpadores de esos cayos: el turista extranjero que pueda pagar el caro disfrute del último paraíso virginal.

Sólo por concepto de combustible, se ha calculado que el atraque naval significará el ahorro de decenas de miles de toneladas anuales.

En la actualidad, día tras día, pesados camiones de carga, por miles, tienen que recorrer grandes distancias desde sitios tan lejanos como los puertos de La Habana y del Mariel, por carretera, incluido los propios pedraplenes, con los consiguientes gastos enormes de combustible, desgastes de neumáticos y piezas de recambio, además del pago de salarios, dietas, albergamiento, que originan destrozos en las vías, no siempre aptas para soportar tanto acarreo y peso.

Una segunda etapa del nuevo puerto prevee la ampliación de piñas de atraque. Esto obligará a aumentar el calado natural del canal y su pone afectación a un mayor del frágil equilibrio ecológico de estas ínsulas con el aumento de vehículos navales, cuando la capacidad operativa llegue a las 100 mil toneladas.

Para colmo, la apertura de un moderno aeropuerto en Cayo Coco para naves de mediano y pequeño porte hace más agudo y preocupante el destino ecológico de estas perlas marinas.

Ambos puertos, naval y aéreo, aunque con consecuente impacto ambiental no lo será tanto como los pedraplenes los que con la apertura de estas nuevas vías de comunicación demuestran lo contraproducentes y dañinos que están resultando en los que se han dilapidado tantos bienes de la nación. Entonces, ¿por qué fueron construidos? Más aún: ¿por qué continúan construyendo pedraplenes?



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