Joaquín Luna. La Vanguardia Digital. España - - 14:21 horas - 29/08/2000
Esta postal es más falsa que cualquier postal, que ya es decir. Es falsa y punto porque yo nunca pisé La Habana. Tampoco las impagables vegas tabaqueras de Vuelta Abajo o Cienfuegos, que visitaría sólo por el nombre. De Cuba ya tengo dos vicios -los Partagas serie D y
el ron Havana Club 7 años- y no viajo a la isla, no me da la gana, porque igual contraía un tercero, más grave: regresar después de 15 días y soltar en público aquello de que "...pero son felices". No se por qué razón -acaso los
resabios del franquismo cuando también éramos aquí pobres y felices a ojos de los primeros turistas- a los españoles les da por viajar a Cuba, India, China o Tibet y regresar con esta conclusión filosófica, atribuible a la buena fe o a la estulticia.
Sí, son felices en Cuba. Que se lo pregunten a los cubanos emigrados en balsa a Florida. A los que se casan o simplemente se acuestan con personas que podrían ser sus abuelos. A los padres que han de lograr un fármaco en el mercado negro para sus hijos ingresados en
hospitales. País de garbanzos el nuestro, donde ahora que comemos caliente hemos descubierto que la felicidad no está más al alcance del individuo en la Vieja Europa, sino en estos paraísos donde la autoridad suelta un guantazo a quien reclama no ya el derecho a la
felicidad sino a pensar.
"...Pero son felices". Dios me libre de la felicidad caribeña y de estas postales con cocoteros, arenas blancas y sandungueros.No escribo una sobre Calafell -pueblo de pescadores venido a menos o a más según se mire- o la mallorquina Colonia de Sant Jordi -nombre a
lo primero de mayo franquista que esconde playas turquesas- porque sería aburrido. La democracia es aburrida y los hábitos de la clase media occidental, más. Pero apuesto a que todos estos extras felices del español medio metido a Livingstone cambiarían sus veranos
-y los de sus hijos- por los nuestros.
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