Jaime S. Dromi. Publicado el viernes, 25 de agosto de 2000 en El Nuevo Herald
Estoy enojado! Es muy posible que esté enojado sin derecho; pero, entonces... sigo enojado, aunque sea sin derecho. Juzguen ustedes si tengo o no tengo razón al estar enojado. Después de vivir treinta y cinco años en Miami, entre exilados por el régimen cubano,
después de décadas de tener amigos del alma cubanos de nacimiento y de espíritu, después de décadas de amistad con mi más entrañable, mi más cercano amigo (cubanísimo), que es mi hermano, recién ahora, hace sólo un par de
semanas atrás, vengo a enterarme del verdadero dolor del pueblo cubano, las terribles torturas diarias a las que los somete un régimen totalitario, un sistema ya passé de "culto a la persona'', una política "fidelista'' a la que oficialmente llaman marxista, un
gobierno que prostituyó hasta el propio socialismo.
En realidad, ninguno de mis amigos, ninguno de los líderes del exilio en Miami, ni los periodistas, ni los reporteros y, menos todavía, ninguno de los tan conocidos radioanimadores que se pasan el día echando pestes e insultos a Fidel Castro, explica el dolor de los cubanos,
para que sea comprendido por los que no son cubanos. Los no cubanos, no gustan de oír imprecaciones en contra de una persona que no se encuentra presente y apenas alguien comienza con los insultos, cierran sus oídos y mentes a todo lo que se dice.
Unas pocas semanas atrás, tuve el inmenso placer y el gran privilegio de conocer y recibir la amistad de una señora cubana, sumamente culta, muy refinada, quien con una paciencia "jobiana'' (por Job, de la Santa Biblia), se tomó el tiempo para explicarme lo que sucede
en Cuba en general y lo que pasó con su propia familia, en particular. Recuerda en parte a los primeros años del nazismo. Las peripecias pasadas para dejar Cuba, dejar su casa, su trabajo, sus amistades y conocidos y cambiar todo eso sólo en busca de la libertad de expresión
que se encontraba a sólo 90 millas al norte.
Simultáneamente con su decisión de dejar Cuba, su esposo y ella misma fueron separados de sus trabajos; su esposo fue enviado a un campo a trabajar para el gobierno (eso es: sin paga alguna) y todo por lo que ella tuvo que pasar para poder alimentarse, ella misma y a su hijo y a su
madre, durante esa odisea que duró casi dos años; cómo vinieron a su casa a levantar un inventario de cada cosa que tenía (para luego ser confiscada), incluidos los recuerdos íntimos, presentes recibidos años atrás, durante su noviazgo, fueron
arrancados de ellos. El dolor que sufrieron. Dolor. Dolor interno, dolor intenso y profundo, dolor en el alma.
Nosotros, los no cubanos, podremos no identificarnos con los insultos, pero nos identificamos con el dolor. El dolor no tiene fronteras, eso que pasaron los exilados cubanos no es sólo dolor cubano, eso, debe ser bien entendido, es dolor humano. En una misiva recibida de Europa, haciéndome
llegar felicitaciones por mis escritos, una señora cubana que, bien posiblemente, está en la élite de la intelectualidad hispanohablante, me dice: "Es que nosotros no nos podemos hacer oír, hasta ahora nos tratan como seres cubanos y no como seres humanos...''
Es muy posible que las personas que han padecido en carne propia los sufrimientos de la cárcel y el trato infrahumano extendido a los que tienen creencias diferentes a las impuestas por Fidel Castro, crean que sólo insultos pueden expresar el sentimiento que tienen dentro del corazón
y, a lo mejor, estando entre oyentes que solamente son cubanos exilados, logren comunicar justamente eso; pero ese tipo de comunicación no se entiende, no tiene finalidad alguna, no consigue más que alienar y disgustar a los oyentes que no son de origen cubano.
Lo que yo creo que sí tendría una finalidad y podría tomarse como objetivo, sería usar la experiencia de personas como esta señora con quien estuve hablando y que tuvo la gentileza de educarme y, para que ellos eduquen a una generación de educadores,
darles un micrófono para que hablen al público hispano no cubano y cuenten lo que realmente pasa en Cuba. Para que puedan compartir sus experiencias y gritar a todas partes del universo, que el patriota de ayer es el estalinista de hoy, que el idealista de ayer es el tirano de hoy, que
el demócrata de ayer es el fraude de hoy, que las ideas no pueden matarse, que la libertad es más importante que la vida y que la vida sin libertad, no vale la pena vivirla.
Así como el pequeño pueblo judío luchó durante cuarenta generaciones por su libertad y sus derechos, y sobrevivió a tantos terribles enemigos para finalmente triunfar sobre ellos y volver a su tierra de Sión (Jerusalén, la bella) a la tierra de
Israel, la de la Santa Biblia; así el pueblo cubano sobrevivirá al tirano de la actualidad y triunfará, para traer la libertad a Cuba y poder volver a ella con la frente en alto y una sonrisa generosa en sus labios, hablando y sintiendo amistad hacia el resto del pueblo, ésos
que hoy, por falta de conocimiento o por cualquier otra circunstancia, siguen todavía con Fidel Castro.
Ycuando habléis sobre libertad, también hay que mencionar justicia, ya que las dos son gemelas, una sin la otra no puede existir. Y cuando lleguéis de vuelta y Cuba nuevamente florezca, no olvidéis de invitarme a visitarla porque, hasta ese entonces, yo no pienso ir.
Que Dios se apiade del pueblo de Cuba y del pueblo de Israel, para que se liberen pronto de las iniquidades que se cometen en contra de ellos y recobren pronto la paz, la libertad y la prosperidad que merecen. Y, ¡por el amor de Dios!, que todo esto sea pronto. ¡Amén!
jdromi@amgsun.com
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