Por Pedro Manuel VÍLLORA. ABC. España. 22 de agosto de 2000
Cada verano se produce la visita del Ballet Nacional de Cuba; cada verano regresan a España Óscar Torrado y Laura Hormigón. Ellos son la presencia española en la compañía caribeña, a la que llegaron hace ya cinco años. Es tan importante y
destacada su labor allí, que en julio de 1999 les fue concedida la Distinción por la Cultura Nacional, siendo la primera vez que el Ministerio de Cultura de Cuba concedía este reconocimiento a no cubanos. Ahora se les puede admirar en el madrileño Teatro Albéniz,
donde estarán hasta el próximo 10 de septiembre.
—¿Cómo ha evolucionado vuestra situación en la compañía en estos años?
—Óscar Torrado: Profesionalmente, ha sido una evolución muy positiva. Hemos ido mejorando cada año, y creo que estamos muy afianzados y consolidados como bailarines.
—Laura Hormigón: Cuando llegamos a la compañía éramos invitados, y ahora somos parte del elenco fijo: Óscar como primer bailarín y yo como bailarina principal. Aparte, nuestro repertorio se amplía cada año.
—De las obras que bailáis en Madrid, ¿en cuál se os va a ver mejor o vais a poder desarrollar mejores cualidades?
—LH: Es una elección difícil. Cada vez que afrontamos un ballet o un personaje, tratamos de que sea diferente a otro. En mi caso, hago una cosa muy especial el día 10 de septiembre. Se trata de «A mi aire», y es una coreografía que primero bailó
Aida Gómez, creada por Victoria Eugenia y con la música de una danza española de Enrique Granados. Conservo la coreografía y las castañuelas que tenía ese solo, pero con la peculiaridad de que lo he hecho en puntas, lo cual es muy llamativo. Creo que he sido
muy valiente al meterme en algo así, por la dificultad de las castañuelas y la técnica en punta.
—OT: Aunque no tengo un papel preferido, me divierto mucho con el Torero de «Carmen». Me identifico con él, tal vez por mis raíces, porque, aunque sea coreografía de un cubano, un torero es español. Me he fijado en Antoñete, en Dominguín.
He visto vídeos para intentar coger la esencia de los movimientos de los toreros, y llevarlos a la escena estilizados y pasados por la técnica académica. El resultado es bonito. No vas a hacer los movimientos de un torero en la plaza, pero sí los puedes hacer parecidos o
con su intención. Creo que eso lo he conseguido y la gente lo puede captar. Me divierto mucho haciendo ese papel, y eso es lo que más le importa al bailarín: disfrutar con el personaje que hace.
—Habláis de disfrutar, ¿se disfruta viviendo en Cuba?
—OT: Se disfruta diferente, porque tienes que buscarte otras cosas. Es una vida muy distinta a la que estamos acostumbrados en Europa.
—LH: Se disfruta porque se tiene, entre comillas, más tranquilidad. No hay prisa. Tienes tu horario de trabajo, pero luego, en la vida, no hay apuros, y es más relajado, más calmado. Tienes tiempo para la lectura, para ti.
—¿Cuba es un país adecuado para desarrollarse como bailarín?
—OT: Sí. De hecho, la escuela cubana está reconocida internacionalmente, y ha dado muy buenos bailarines: Carlos Acosta, José Manuel Carreño, Jorge Esquivel, Lázaro Carreño... Y primeras bailarinas como Alicia Alonso o las míticas cuatro
joyas. Cuba tiene una suerte, y es que tiene una compañía clásica, cosa que en España no tenemos en este momento. Es un privilegio, y todos los países de Europa tienen una como mínimo, pero en España no tenemos esa posibilidad. Cuba es un sitio para
mejorarse y enriquecerse continuamente.
—LH: Una característica de la compañía es la amplitud de estilos que desarrolla. No sólo los grandes clásicos que conserva, sino también tiene un repertorio contemporáneo que quizá en España no se ha visto mucho.
—Es habitual que los bailarines pasen por distintas compañías. ¿Vuestro futuro está en el Ballet Nacional de Cuba?
—LH: Fuimos a La Habana por un año, y llevamos cinco. Pero tampoco pensamos que sea para toda la vida. Tenemos ideas propias que nos gustaría desarrollar. Esta es una etapa muy enriquecedora que para nada cambiaríamos.
—OT: Hay ciclos que se van cumpliendo en la vida. La etapa en La Habana llegará a su fin algún día y nos iremos a otro sitio, pero nunca nos gustaría romper los vínculos con la compañía, y nos gustaría participar con la compañía
en algunos eventos. Para nosotros, la compañía ha significado mucho y gran parte de nuestro desarrollo escénico nos ha sido dado en estos cinco años.
—¿Os sentís reconocidos por el público y la crítica tras estos cinco años?
—LH: Hemos podido bailar en muchos países y en grandes teatros, y eso ha hecho que tanto el público como la crítica nos vean, y hemos tenido mucho reconocimiento en Estados Unidos, en Francia...
—OT: Aunque somos más reconocidos fuera que aquí en Madrid. Pero no nos pasa sólo a nosotros, sino también a otros bailarines españoles que trabajan fuera y, cuando vienen, parecen que están esperando que se caigan o les pase algo para poder decir
que no son tan buenos.
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