LA HABANA, Cuba.- Si hablamos de pluralidad e inclusión, no es mucho lo que se pierde con la partida de los que fueron los editores de Espacio Laical durante los últimos 10 años, Roberto Veiga y Leiner Domínguez.
La postura crítica de la que Veiga y Domínguez presumían no iba mucho más allá de orar a Dios porque les concediera a los gobernantes el tino necesario para apurar un poco, un poquito más, los cambios, Lineamientos del Partido Comunista mediante.
Pero lo que es peor: los editores de Espacio Laical se arrogaban el derecho de hablar a nombre no solo de los católicos, sino de todos los cubanos, y aun más, de determinar cuáles eran patriotas y cuáles no.
Los que ahora se muestran desconsolados por la partida de Veiga y Domínguez parecen olvidar aquel editorial con título prestado -pero sin jardín y mucho menos la genialidad de Borges- para el segundo número del año 2013, “Senderos que se bifurcan”.
En aquel editorial, que parecía más apropiado para el órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista que para la revista del Arzobispado de La Habana –que no es otra cosa, por muchas vueltas que se le dé- Veiga y Domínguez afirmaban, como si hubieran consultado a todos los cubanos, que la generalidad de nosotros, “la inmensa mayoría”, no deseaba cambios como los ocurridos en Europa del Este, y alertaban contra “los conspiradores” que pretendían imponer “intereses parciales” que no respondían a “la voluntad expresa del pueblo” –sabrían ellos de acuerdo a qué referéndum- y “secuestrar el país”.
Veiga y Domínguez, que decían estar por “el diálogo, la reconciliación, el perdón sin excepciones onerosas”, y la pluralidad política, excluían abiertamente de la revista, de los eventos que auspiciaba y de su visión del futuro, a los opositores. Quiero decir, a los de verdad, a los que en modo alguno caben en la “oposición leal”, esa especie de incómodo y cínico oxímoron.
¿Se imaginan con esa oposición leal (ya sabemos a quién) que propugnaban Veiga y Domínguez cómo serían las elecciones libres que alguna vez, osados que solían ponerse, solicitaron en otro de sus editoriales de Espacio Laical?
Es una incógnita el rumbo que tomará la revista ahora que hay un nuevo director, Gustavo Andújar, y que Veiga y Domíguez ya no serán más sus editores.
La sustitución, mientras más tratan de explicarla, más confusa resulta. En un comunicado, del cual Veiga y Domínguez lamentaron “el tono agresivo y desproporcionado”, Andújar explicó: “No fueron ‘liberados de sus cargos’, en el sentido en que la expresión se emplea en Cuba, sino que renunciaron a ellos, en el sentido en que esa expresión se emplea en todas partes. Nadie los obligó a renunciar. Nadie les exigió, pidió, o siquiera les sugirió que renunciaran. Simplemente hicieron efectiva una renuncia que habían anunciado en más de una oportunidad.”
Parece que Veiga y Domínguez se dieron por tronados y los traicionó el subconsciente cuando dijeron que fueron “liberados de sus cargos”. ¿O fue precisamente esa la impresión que quisieron dar?
La pregunta sería: ¿Por qué el truene, si es que fue tal? ¿A quién incomodaron Veiga y Domínguez? Porque el Arzobispo de La Habana, el Cardenal Ortega, es bastante comprensivo, por no decir complaciente, con el régimen. ¿Qué tensiones podía haber entre él y los beatos editores?
Veiga y Domínguez explicaron que habían solicitado la renuncia tres veces en los últimos dos años debido a “la desaprobación del perfil socio-político de la revista en determinados sectores de la comunidad eclesial”.
¿Cabe esperar entonces que los nuevos editores de la santurrona revista se desentiendan totalmente de la política, o solo lo harán de la mala politiquería trucada a favor del régimen que hacían Veiga y Domínguez? Habrá que esperar los próximos números de Espacio Laical para saberlo.
Por su parte, lo más probable -ahora que se van a volar a otro cielo- es que Roberto Veiga y Leiner Domínguez, que darían mala espina si se convierten ahora en periodistas independientes, emigren a la blogosfera. Va y hasta encuentran acomodo en algún blog oficialista. Sus perspectivas parecen ser inmejorables para el momento en que el régimen se decida a tolerar –siempre a su conveniencia- un remedo del periodismo alternativo. ¿Quién mejor que los ex editores de Espacio Laical para poner límites y decidir quiénes son los patriotas y quienes los conspiradores?
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