LA HABANA, Cuba. –Muchos cubanos, en su afán por aumentar sus ingresos y poder mejorar así su existencia, se adentran en prácticas muy polémicas, pero a la vez lucrativas. Tal es el caso de la cría de perros de pelea.
Si bien es cierto que tal fenómeno no es algo novedoso, sí se ha notado en los últimos tres o cuatro años cómo cientos de jóvenes se han ido incorporando a tal actividad, aun cuando muchos de ellos carecen de recursos y espacio en sus hogares para atender adecuadamente las necesidades que demandan estos animales.
César Dionisio Carracedo, un pinareño de 57 años que de éstos ha dedicado más de treinta a la cría de perros de diferentes razas, confiesa que está muy sorprendido por el incremento de jóvenes que lo visitan, interesados en aprender sobre el cuidado y entrenamiento de los llamados Stanford.
Explica Carracedo sobre estos perros, cuyo verdadero nombre es Staffordshire Bull Terrier, que “algunas personas inescrupulosas los entrenan y preparan para utilizarlos en peleas, aunque la mayoría de los jóvenes solo se interesan en su cuidado, con el propósito de que estén sanos, fuertes y hermosos, para obtener crías saludables, y así luego las puedan vender a un buen precio”.
Según varios entrevistados, un cachorro puede llegar a valer entre 20 y 30 dólares. Aunque algunos ejemplares han alcanzado los 35 dólares, de acuerdo a su pedigrí.
Reicel Paneque Gavilán, de 26 años, es un joven que trabaja en una brigada de pintura de inmuebles. Él cuenta que hace 2 años compró una Stanford a quien nombró “Fresa”. En estos momentos la perra ya tiene 2 meses y medio de embarazo; así que pronto estará de parto, y Reciel asume que nacerán entre 5 y 7 cachorros, alrededor de 210 dólares para su bolsillo.
Lamentablemente, esta práctica conduce a otra muy criticada en cualquier sociedad occidental: la pelea de perros.
Logramos entrevistar a un organizador de éstas peleas, quien quiso colaborar con la condición que no reveláramos su identidad ni le tomáramos fotografías a sus perros.
Este hombre de 36 años lleva 5 en el negocio. Sabe que tal actividad no sólo es ilegal, sino que además es rechazada por la mayoría de las personas; sin embargo, puede llegar a ser tan lucrativa que él prefiere arriesgarse.
Nos aseguró que “en las peleas de perros las apuestas pueden alcanzar desde 500 hasta 1000 dólares. Todo depende de saber encontrar buenos apostadores. Las peleas son sangrientas, y hasta nosotros, que estamos acostumbrados, a veces nos impresionamos con la violencia extrema que pueden alcanzar algunas de esas peleas. Muchas veces los apostadores pagan por ver los perros morir despedazados, y te sorprenderías si te mencionara alguno de los nombres de las personas que disfrutan con esos espectáculos, entre ellos hay algunas muy conocidas”.
En una de nuestras últimas visitas conocimos a “Chuky”, una Stanford de 10 meses, y a “Loco”, de sólo 6 meses. Sus dueños, dos jóvenes atrapados entre sueños y necesidades, se duermen cada noche con la ilusión de que sus perros se convertirán en grandes ejemplares de su raza, y buenos proveedores de beneficios.
Da tristeza pensar que la realización de esos sueños costará sangre.