LA HABANA, Cuba — La noche de ese sábado prometía. Dos amigos, Juan Carlos y Dayron contaron el dinero que habían logrado conseguir durante la semana. Su objetivo era llegarse hasta uno de los exclusivos clubes privados en la zona capitalina de Miramar. Tenían en total, entre los dos, 80 CUC. Con un buen “porte y aspecto”: ropas y zapatos de marca, cuerpos atléticos forjados en el gimnasio del barrio y mente positiva, quizás podrían divertirse y atraer a par de chicas de la “high”.
Llegaron al “Club de 1ra y 60”, cercano al Acuario Nacional. Entraron y Dayron pidió dos cervezas Heineken. Una fila de espectaculares muchachas, estaban sentadas en las banquetas de la barra. Lo “midieron” con la vista casi al mismo tiempo.
Al poco rato Dayron estaba conversando con una de ellas. La belleza lo escucho unos minutos más y le pregunto bajito: –¿Mi vida, con cuánto dinero tu cuentas? Él respondió que con poco menos de 40 CUC. Ella le dijo:- Tú y tu amigo están en el lugar equivocado- añadió- eres atractivo, pareces inteligente y buen chico, pero ni yo ni ninguna de las que estamos aquí nos vamos contigo por menos de 100 o 200 CUC…
Dayron y Juan Carlos salieron, casi corriendo, del lugar y terminaron recalando en “La Fabrika de Arte” de X Alfonso en el Vedado. Allí gastaron parte del dinero, invitando a cervezas a unas muchachas que más tarde desaparecieron. Luego un asiduo del lugar se encargó de explicarles que estas son las habituales “vampiras de la birra”: especie muy abundante en clubes y discotecas. Se caracterizan por “seducir” a los incautos, les gastan el dinero y luego los dejan colgados.
Los amigos no se amilanaron. Esa madrugada, regresaron a su barrio debatiendo sobre cómo se las arreglarían para conseguir, desde el lunes, el dinero para salir el siguiente fin de semana.
Camagüeyana que linda eres… (Benny Moré)
En la ciudad de Camagüey, un lugar preferido de los adolescentes y jóvenes estudiantes es el Café Literario. El sitio está ubicado en los bajos de la gubernamental AHS (Asociación Hermanos Saiz). Cerca de allí está un centro de enseñanza media superior (bachillerato). Al frente, cruzando la Carretera Central, el denominado Casino Campestre. Este reportero indago sobre el tiempo libre de los jóvenes:
–Con dinero, te vas para la Casa de la Música y después a un “Di Tú” (establecimiento de comida rápida)- me explico una de las muchachas empleadas del Café Literario- pero no todos pueden visitar a esos lugares. Una alternativa es irse a dar una vuelta por la Plaza de los Trabajadores o aprovechar los carnavales.
En el escenario del Centro recreativo que atiende la UJC ubicado en áreas del Casino Campestre, se presentan agrupaciones.
–La vida cultural es bastante buena- añadió un joven cliente- el boulevard esta recién reparado y ofrece varias opciones. Pero días entre semana el aburrimiento aquí es mortal. Ahora con lo del mundial de futbol las calles estaran desiertas.
El tedio espirituano
En Sancti Spiritus, celebraron a “bombo y platillo” los 500 años de la fundación de esta ciudad del centro de la isla. Pero los jóvenes allí ven la otra cara de la moneda.
Varios testimonios evidenciaron la escasez de opciones los días entre semana. También la falta de perspectivas para tener una vida mejor:
–Cuando pase la festividad, esto vuelve a estar igual que siempre- me explico Joel, empleado de ETECSA– el mal ambiente los sábados en el parque central, con reggaetón y bronca.
–Conozco a varios que están en planes de irse a “luchar” para Trinidad– dijo Yohendri quien además aclaró– yo estoy en espera de que me saquen para EUA.
¿Qué precio tiene el cielo?, que alguien me lo diga… (Marc Anthony)
En La Habana, hay mucha gente joven trabajando como vendedores de productos agrícolas en carretillas. Son los llamados “tarimeros”:
–Se gana bien, pero la gente nos critica mucho por los precios– explicó uno de estos vendedores– Soy joven, y en fin de semana si no tienes el billetaje en el bolsillo, mejor no salgas a ningún lado.
Tenemos novias– dijo otro– y queremos llevarlas a un buen lugar. Si no respondes a las expectativas, te dejan y buscan a otro que les dé lo que tú no puedes.
Indagando sobre el nivel de estudios que lograron, supe que apenas alcanzaron el bachillerato:
–¿Estudiar para qué?– dicen– Aquí te quemas las pestañas y al final lo que te pagan es una miseria. Lo de nosotros es la lucha e ir tirando a ver si esto se hunde o mejora.