LA HABANA, Cuba. – El incremento de la deserción escolar en los niveles secundarios y Pre-universitarios alarma a más de un cubano.
Los jóvenes comparten su tiempo de estudio con alternativas laborales informales que los ayuden a paliar sus crecientes necesidades económicas, por lo que su rendimiento académico es cada vez más bajo.
Para enfrentar esta crisis en la enseñanza el gobierno estimula y facilita el fraude sutilmente, advirtiendo a la dirección de los diferentes centros de estudio –primario, secundario y Pre-universitario- que “no pueden haber alumnos suspensos”.
Pauta gubernamental para el lograr el “milagro”
Un profesor de Secundaria Básica que pidió su identidad no sea revelada, nos comenta que “la Dirección Provincial de Educación no nos dice cómo lograr el ‘milagro’ de elevar el rendimiento académico de un alumnado cada vez más indiferente y apático ante los estudios, pero nos advierte que no quieren alumnos suspensos y que tenemos que hacer lo que sea necesario para lograrlo”.
Una maestra que ejerció durante 40 años, y que después de su retiro prestó servicio como asesora municipal de educación, explicó que “la política educacional cubana es tan ineficiente y corrupta que para mejorarla habría que empezar por cambiar la dirección política del país, la Constitución de la República y el sistema de gobierno”.
“Todos los funcionarios de Educación –continuó la maestra retirada, que pidió el anonimato-, desde el ministro hasta el personal de limpieza, conocen de la compra-venta de exámenes y todo el trapicheo (ilegalidades) que existe en las escuelas, porque de ese modo se matan dos pájaros de un tiro: Se eleva la promoción escolar y se mejoran los ingresos económicos de los profesores”.
Pero donde este fenómeno adquiere carta de ciudadanía es en la Enseñanza Media Superior, es decir, el nivel Pre-universitario, tanto en los cursos regulares como en la enseñanza nocturna, llamada Facultad Obrero Campesina (FOC).
Conversamos con alumnos y profesores de varias escuelas, quienes ofrecieron sus testimonios, siempre bajo la protección de sus identidades.
Un alumno que cursa el Cuarto Semestre, en una Facultad Obrero Campesina, nos habló sobre los diferentes modos en que puede negociarse la promoción de grado.
“Mira, la prueba que más te cuesta es la de Matemática, que son 6 dólares. Química, Física, Español y Biología te pueden costar entre 3 y 4 dólares; aunque todo depende de las circunstancias”.
El joven explicó que existen alumnos con grandes posibilidades económicas que sólo asisten a la escuela los días de exámenes.
“Pero a esos el aprobado les cuesta mucho más. Por ejemplo: Los TCP (Trabajos de Control Parcial) les cuestan 20 dólares, y las pruebas finales de semestre entre 30 y 40 dólares, aparte de los “regalitos” que les dan a los profesores”.
El resto de los alumnos que asisten regularmente (las clases se imparten 2 veces por semana), suelen pagar de acuerdo a sus necesidades, y la negociación siempre se lleva a cabo fuera de la escuela.
Esforzarse en el estudio, ¿para qué?
Para un profesor cuyo salario promedio es de 500 pesos (25 dólares) resulta muy lucrativo el desinterés que muestran los alumnos por la superación real.
Víctor Méndez, un joven de 26 años que labora en el turismo y que, además, se dedica a la compra-venta de prendas de oro, expresó su criterio de manera, al parecer, muy concluyente.
“Para qué me voy a esforzar tanto para sacar un 12 grado, si hasta los mismo profesionales que se han pasado la vida estudiando y sacrificándose terminan dejando sus profesiones para dedicarse al cuentapropismo o a cualquier actividad económica ilícita que les resuelva el dinero que necesitan para vivir. Mi esposa es médico, y si no fuera por lo que yo me busco, no sé cómo íbamos a sacar adelante la familia”.
Y mientras el gobierno cubano sigue vendiendo, al mejor postor, la mentira de un sistema educativo funcional y próspero, alumnos y profesores conviven en un estado de complicidad que, a la par que empobrece la nación culturalmente, soluciona el problema de los intereses, creados a partir de la necesidad de sobrevivir a cualquier precio.