Fotorreportaje de Calixto Ramón Martínez Arias
MAYABEQUE, Cuba, febrero – Residentes y campesinos del pueblo San Antonio de Las Vegas y sus alrededores, en el municipio San José de las Lajas, provincia Mayabeque, suponen que la policía pudiera ser cómplice de una cadena de hechos vandálicos perpetrados en esa zona, que ha costado la pérdida de unas 200 cabezas de ganado mayor, en lo que va de año.
El hambre y la miseria que se está viviendo en Cuba –estiman los residentes del área, que abarca unos 10 kilómetros cuadrado-, unido a las limitaciones que impone el gobierno al pueblo para comerse un bistec, también han venido a ser factor determinante en esta secuencia de hurtos y sacrificios que ha causado la pérdida, en algunos campesinos, de todos sus animales.
La cadena de estos hechos delictivos, que puede pagarse hasta con 30 años de cárcel, comenzó la noche del día 7 de enero cuando al pequeño agricultor Fernando Arteaga Reyes, que contaba hasta ese momento con 26 cabezas de ganado vacuno, le robaron siete reses de un solo golpe.
“Esa noche a mí me mataron cuatro novillas y tres vacas. Después de eso me han robado tres más. Pero en diciembre ya se me habían metido en la casa y me habían llevado todas las cosas”, apuntó Artiaga, que cumple con su compromiso de acopiar 600 litros de leche al Estado cada mes.
Tras el asalto al ganado de Arteaga, que reside en la finca La Portada de Cuba, 40 kilómetros al sur de La Habana, la ola de hechos vandálicos se extendió a los caseríos Río Blanco, La Ruda, Seis Babo, San Felipe, tocando, tanto al sector privado, como al estatal.
El sector militar también ha sido blanco de los malhechores, según corroboró Luis, Administrador de la Granja La Victoria, perteneciente a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
“A nosotros nos llevaron tres vacas lecheras de la Vaquería # 74, entre los día 7 y 9 de este mes, y en el Correccional San Felipe (Centro Penitenciario) se llevaron las dos yuntas de bueyes que tenían para trabajar”, señaló Luis.
Este reportero, junto a dos campesinos que han sido golpeados por los ladrones, se adentró en la manigua y pudo sacar una secuencia de fotos de tres mataderos clandestinos donde son sacrificados los animales y enterradas, en fosas comunes, sus osamentas.
¿Qué dice la Policía?
“Hasta ahora, del robo de mis animales, yo no he oído decir que la policía haya cogido a nadie ni por los demás tampoco, y a los que han detenido por sospechas, los han tenido que liberar a los dos o tres días por falta de prueba”, manifestó Arteaga.
Tanto Arteaga, como otros campesinos y residentes, estiman que los delincuentes están obrando amparados por algún militar de alto rango, y sustentan sus argumentos en que es imposible que estén ocurriendo tantos hurtos y sacrificios en un área tan pequeña, sin que se capture a nadie. También creen que los policías que controlan las carreteras están siendo sobornados por la delincuencia.
“No sé cómo los matarifes se las arreglan para que no los cojan, porque yo viajo casi todos los días para La Habana y en casi todos los entronques tienen carros patrulleros deteniendo y revisando a todo el que pasa, ya sea a pie o en carro”, indicó un hombre de apellido Ravelo, que reside en Batabanó.
En un contacto hecho por este reportero al teléfono 047- 862530, de la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria de San José de las Lajas, entidad encargada de controlar el orden en la región, el oficial corroboró que sólo un detenido ha sido trasladado a ese centro en los últimos días por hurto y sacrificio.
“Aquí había uno sólo por ese delito pero ya lo trasladaron para prisión. Y que yo sepa, en estos días no han traído a nadie”, dijo el oficial.
Sobre las causas que han generado el ataque de los forajidos a una industria que en un momento llegó a estar entre los principales renglones de la economía del país, los pobladores destacan la hambruna y la imposibilidad que tiene el pueblo para acceder a un alimento tan necesario.
Con el triunfo de la denominada Revolución Cubana, en el año 1959, quedó prohibido en Cuba el sacrificio de ganado por sus propietarios, y en el 1994, tras la crisis que generó la caída del campo socialista, el gobierno suspendió la venta de las cuatro onzas de carne por consumidor que, de forma racionada, eran vendidas a precios subsidiados, cada nueve días, a la población. Este producto pasó a Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), por valor que oscila entre 8 y 12 CUC el kilogramo, una moneda con paridad al dólar estadounidense, que equivalen entre 200 y 300 pesos no convertibles, lo que significa casi la totalidad del salario mensual para un trabajador estatal.