LA HABANA, Cuba. – El Museo Nacional de Bellas Artes muestra la reproducción de un “hueco”, como llaman los presos de una cárcel estadounidense a sus celdas.
“No agradezcan el silencio” es el título de la exposición que el artista Alexis Leiva Machado, alias Kcho, presenta en la sala cubana del museo, dedicada a los cinco espías cubanos en Estados Unidos.
Según Kcho, “el propósito de la muestra es reflejar el sadismo del sistema penitenciario norteamericano que ha castigado de forma inhumana a los luchadores antiterroristas de la Mayor de las Antillas”. A la inauguración asistieron, entre otros funcionarios, el Primer Vicepresidente Miguel Díaz-Canel.
El periódico Juventud Rebelde describe la instalación: “el piso de cemento sin pulir y aparentemente mojado, el sanitario de aluminio, el óxido de la llave de la ducha, las cucarachas en la pared, la cama de hierro empotrada, el fino colchón, el rollo de papel higiénico, el banco fundido, la pequeña mesa, el ajedrez y el diminuto lápiz”.
Los visitantes al Museo pueden permanecer encerrados durante cinco minutos en la celda de unos 15 pies de largo por siete de ancho, sin más muebles que una litera de hierro con fina colchoneta, meseta y asiento de concreto, además del inodoro, lavamanos y espejo de metal.
“No es lo mismo que se cuente lo vivido, que cada quien lo viva, que lo sienta, aunque sea por tan breves minutos, el drama de vivir de ese modo”, aseguraba Fernando Gónzalez, uno de los 5 espías cubanos, ya liberado, presente en la exposición.
¿No sabe Kcho, que en Cuba, las celdas son infinitamente peores que las estadounidense que él, supuestamente, reproduce? En los calabozos de las prisiones de la Isla faltan el inodoro, el rollo de papel higiénico, el lavamanos, la meseta, el asiento, el espejo. Esos lujos no los tiene ninguna cárcel cubana.
Los “huecos” cubanos tienen –literalmente– un hueco por inodoro, por donde salen ratones, cucarachas. Son celdas húmedas, apestosas, infectadas de mosquitos. Muchas carecen de luz eléctrica. Un reo puede vivir en éllas no 17 meses, sino varios años seguidos.
Para ser honestos, Kcho no podría reproducir el monstruoso sadismo de los centros penitenciarios cubanos. Eso sería desmentir la imagen feliz de las prisiones de la Isla que el régimen castrista muestra al mundo, parte de una campaña de más de medio siglo, plagada de mentiras, engaños y silencios.
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