MIAMI, Florida, febrero -Todo parece indicar que este año marcará la diferencia en algunos pueblos latinoamericanos, los más sojuzgados por el comunismo.
Líderes como Leopoldo López, en Venezuela y Jorge Luis García Pérez “Antúnez”, en Cuba, así como el pueblo que toma las calles en protesta cívica contra la opresión de esos gobiernos socialistas o comunistas, se juegan la vida, que ya muchos jóvenes han perdido, para poder alcanzar la soñada libertad.
Mientras el mundo mira impasible y silencioso lo que sucede en Venezuela y en Cuba, en ambos países ya los jóvenes se lanzan a la calle decididamente, como única solución a su desgracia. Pero parece que es Venezuela la que dictará la pauta.
En tiempos de Mandela, toda la izquierda socialista se pronunció en contra del abuso en Sudáfrica, pero hoy el mundo, la OEA, la ONU, al igual que los gobiernos, callan ante la golpiza a Antúnez y su esposa, así como el encarcelamiento de Leopoldo López.
Fue el Departamento de Estado de Estados Unidos, el que no reconoció a un nuevo gobierno venezolano que derribó a un dictador fraudulento del poder e impuso la reposición del mismo, que ya ha costado muchas vidas y la ruina total de unos de los países más ricos del mundo. Hasta el día de hoy, John Kerry no ha dicho una sola palabra en contra de lo ocurrido; aunque el Presidente Obama, sí lo hizo de forma clara y precisa.
Tras las muertes de jóvenes ocurridas en Venezuela, nos preguntamos si el gobierno americano reconocería un nuevo gobierno que derrocara por la fuerza de la moral y la protesta cívica a un dictador vendido al castrismo, Nicolás Maduro. Más de 60,000 personas –que para muchos son agentes militares o paramilitares- han sido enviadas de Cuba hacia Venezuela para ayudar a reprimir las manifestaciones pacíficas aplicando los mismos métodos coercitivos y represivos que han sometido al poder comunista y totalitario por la fuerza a 11 millones de cubanos por 55 largos años, ante la mirada pasiva de los países vecinos más o menos poderosos, en evidente complicidad con la dictadura de la familia Castro que pretende perpetuarse en el poder al estilo de la familia Kim en Corea del Norte, fingiendo cambios cosméticos para convertirse en un capitalismo de Estado.
Lastimosamente, la democracia permite que a profesores universitarios comunistas cubanos, miembros activos y dirigentes del Partido Comunista de la Universidad de La Habana, vengan a Estados Unidos cada año a inculcar su perversa ideología leninista a los estudiantes norteamericanos de universidades como Ohio State University, que debía recibir esta semana a Esteban Morales Domínguez, un académico comunista cubano, que dice criticar el racismo en Cuba, pero no abre su boca para denunciar el abuso que sufre Antúnez y muchos otros opositores, en su mayoría negros. O como Nova Catholic University en St. Paul, Minnesota, que ha recibido a Katia de Llano, ex–Secretaria General del Partido Comunista en la Universidad de La Habana, y cónyuge de Esteban Morales, para disertar sobre las experiencias de la lucha clandestina contra el capitalismo y la imposición del Comunismo en Cuba.
¿Adónde vamos con tanto silencio? Es hora de levantar nuestras voces para impedir que estos elementos continúen pisoteando las tumbas de nuestros muertos, y burlándose de tantos hombres y mujeres que han cumplido muchos años de cárcel en las prisiones cubanas.
¿Dónde está la voz de los gobiernos, de la ONU, ante los crímenes que se están cometiendo en Venezuela contra jóvenes indefensos que solo piden libertad, un don sagrado que Dios le da incondicionalmente al hombre?
Es hora de levantar la frente y protestar alzando nuestras voces. No les dejemos a nuestros hijos un mundo lleno de maldad, represión, miedo y miseria, controlado por un puñado de dictadores enriquecidos.
Unamos nuestras voces en aras de estos jóvenes inmolados en Venezuela, de Antúnez, de Iris, de Martha Beatriz Roque, de Zapata Tamayo y de todos los que como él han muerto sin ver su patria libre, luchando por la libertad de su pueblo.
No seamos como los gobiernos que callan y ven pasar; llegó la hora de la verdad. Unámonos a estos jóvenes que ofrendan sus vidas por tener un mundo mejor y arrancar el poder de las manos de los tiranos. Las calles son nuestra trinchera.
El gobierno de Cuba prepara en el Puerto de Mariel un enorme negocio de mil millones de dólares, arrebatados al pueblo de Brasil por su Presidenta, una ex-guerrillera marxista, miembro de la internacional comunista. Se trata de un negocio altamente conspirativo contra la economía de Estados Unidos, en el cual identifico tres objetivos principales:
1. Arrebatar a los puertos americanos y del Caribe la mayor parte del negocio de carga y transporte marítimo, disminuyendo de una u otra manera sus ganancias y burlar el embargo contra el oprobio cubano.
2. Abrir una ventana al paso de armamentos nucleares y de todo tipo, como el que recientemente fue detectado en Panamá, con destino a Corea del Norte, sin consecuencia alguna para el gobierno cubano, ante la mirada pasiva de la ONU.
3. Tener un gran puerto cerca del Canal de Panamá, al sur de la desembocadura del Mississippi, con tremenda importancia estratégica si se produjese una confrontación militar de Estados Unidos con Cuba, o incluso con cualquier país islámico aliado de Cuba, como Irán.
¿Tiene Estados Unidos el derecho a salvaguardar la economía de la nación y la seguridad de sus ciudadanos? ¿Puede la nación que ha sido por siglos símbolo de democracia y libertad permitir el abuso a pueblos enteros y a ciudadanos de naciones vecinas sin actuar?
¿Debe Estados Unidos guardar silencio ante la opresión contra los pueblos indefensos de América Latina, en este Siglo XXI, mientras avanza el Socialismo y la miseria se consolida en el continente?
Estas son preguntas que todos nos debemos hacer. Ha llegado el momento de definirnos, como ocurrió en su momento con el cine moderno: ¿continuaremos siendo parte de esta “comedia” silente o finalmente se escuchará nuestra voz?