VALENCIA, España. –Hay virus y plagas que surgen en rincones de África, Asia o América y se expanden por el mundo en las inmensas alas de los medios informativos, como esos anuncios frívolos que invaden las redes sociales y son enviados a la Carpeta de Spam para no dispersarnos en los dispersos soportes digitales, donde respondemos a nuestros amigos, colegas y enemigos, además de colgar imágenes, anuncios y comentarios sobre infinidad de temas, problemas y proyectos.
Desde agosto escucho el eco arrollador de las cascadas del ébola y pienso en pandemias anteriores -–humanas y divinas– leídas en el Antiguo Testamento, en libros de historia medieval y en la manipuladora prensa cubana de mis años juveniles sobre el dengue, la malaria, el cólera, el Sida y otras que azotan a animales y personas desde hace milenios, siglos y décadas. ¿Qué hay de nuevo, pues? ¿El monitoreo de las organizaciones de salud? ¿La acojonante campaña de los medios de comunicación? ¿La elaboración de vacunas milagrosas y su aplicación masiva? ¿Los programas de entrenamiento epidemiológico en los países afectados?
Según los expertos, el ébola es una infección detectada en 1976 que ha matado a unas cuatro mil personas, casi todas en países de África: Sierra Leona (2.179), Guinea (977), Liberia (931) y Nigeria (19), donde actúan misioneros, médicos y enfermeros de Estados Unidos y Europa que pueden contagiarse y llevarlo a sus respectivos países, lo cual fue corroborado por dos sacerdotes repatriados por España, quienes murieron y fueron incinerados en vez de aplicársele la autopsia como mandan los “protocolos médicos”.
En España, país de cultura esperpéntica, ha crecido el oleaje sobre el ébola desde que se supo que Teresa Romero, la enfermera que atendió a los difuntos sacerdotes, continuó con su dinámica cotidiana antes de ser internada por su sintomatología. Es bueno estar al tanto de quienes atienden a los enfermos pero, ¿por qué tanto escándalo si el ébola no se transmite por el aire, el agua ni las picaduras, sino a través del intercambio de fluidos?; ¿por qué poner al marido de Teresa bajo observación y sacrificar a su perrito Excalibur por orden judicial?
Desde aquel editorial de El País del 15 de agosto –“Virus del ébola en España”- hasta inicios de octubre ha corrido la tinta como el vino. El manejo informativo sobre un puñado de casos me parece tragicómico. Veamos algunos titulares de ese diario del pasado sábado 11 de octubre:
- “El Gobierno da un giro radical en su gestión de la crisis del ébola… asume el mando después de cinco días de errores y descoordinación”.
- “Tres tratamientos en cinco días para intentar salvar a Teresa”.
- “Ascensor aislado y lejía en el baño para tratar los residuos peligrosos”.
- “La Nada”, de cine Carlos Boyero sobre la Ministra de salud.
- “La vida”, de Manuel Rivas, quien satiriza al Consejero de Salud de Madrid.
Y titulares de la semana pasada:
- “La enfermera pudo haberse infectado al quitarse uno de los trajes de aislamiento”. Si, trajes tipo cosmonauta, para espantar demonios.
- “Tenemos miedo y nadie nos dice nada”, aseguró la enfermera del edificio donde reside la enfermera contagiada, tras llamar al Ayuntamiento, a la Policía y al Servicio de Urgencia…
- “52 personas permanecen bajo vigilancia”.
- “No hay fármacos para combatir el brote”.
Casi nada, eh. Y sigue como una enorme bola de nieve pre invernal en la radio, la tele y la prensa nacional y autonómica. Hasta el Rey Felipe VI y el Presidente del Gobierno (Mariano Rajoy) visitaron el hospital de Madrid que acoge a Teresa Romero y a los empleados que se aproximaron a los ancianos misioneros traídos de Liberia (Manuel Pajares) y Sierra Leona (Manuel García V.) para morir en la Patria. ¿Experimentarán con ellos milagrosos fármacos?
No quiero ser conspiranoico pero al leer ABC, El Mundo y El Mediterráneo o escuchar emisoras y telediarios observo uniformidad, ni una voz que discrepe o cuestione la avalancha fantasmal del virus que avanza como aquella pandemia de la gripe A, generalizada antes de ser administrada la vacuna creada en laboratorios farmacéuticos que ganaron millones de dólares. Desata suspicacia el estilo bélico del lenguaje sanitario, las medidas extremas, las incesantes denuncias de negligencias y la demanda de la oposición para que el Jefe de Gobierno de explicaciones en el Congreso. ¿Será que la legión de microbios y los síntomas del ébola son enviados por los yidahistas del Califato que amenaza a Occidente?
¿No comprenden los medios de comunicación que semejante avalancha informativa siembra el terror? ¿O es que ya existe la vacuna y se prepara a los potenciales receptores? La historia nos enseña que el miedo paraliza, anula la reflexión y favorece la obediencia, además de desviar la atención sobre retos económicos y sociales que enfrenta a tantos países.
Vale recordar que la malaria mató a dos millones de personas en el 2012 y la tuberculosis a 1.300.000. Aún subsisten el Sida y una decena de enfermedades de transmisión apenas enfrentadas en África, Asia y América Latina; además del cáncer, la diabetes, enfermedades cardiacas y catástrofes naturales incontrolables –tsunamis, ciclones, terremotos- que devastan ciudades y amenazan a miles de seres humanos.