MIAMI, Florida -Por varios días Yusnaby Pérez y Jorge Ros discutieron el presente y el futuro que se vislumbra para nuestra Cuba. Comenzamos hace unos días en el Restaurante Versailles y terminamos recientemente por teléfono. Esto es el resultado de una mezcla de discusión y análisis sobre como se ve el futuro y los cambios que le esperan a Cuba, a partir de las condiciones en que se encuentra el día de hoy.
¿Conviene la nueva política?
Lo primero que nos preguntamos fue si a nuestro juicio la decisión del presidente Barack Obama de romper con el estancamiento que había y restablecer relaciones diplomáticas con el gobierno de Cuba, aunque el presidente siguiera siendo Raúl Castro, había sido o no correcta. Concluimos que llevábamos años en un punto donde no pasaba nada.
Siempre era lo mismo, lo mismo y más de lo mismo. Pero la medida del gobierno norteamericano sacudió ese estado de inamovilidad en que nos encontrábamos y cambió totalmente las reglas del juego. Hasta antes, la culpa de todo lo que pasaba en Cuba, tanto para los cubanos de Cuba como para buena parte de la opinión pública mundial, era de los norteamericanos.
Súbitamente, la decisión de Obama cambió todo y la pelota quedó del lado del gobierno de Cuba. Ya no les podían echar la culpa de todo a los norteamericanos. Por eso coincidimos en que la medida, que sabemos que a algunos cubanos no les gustará, no solo no hace mal sino que la vemos buena y conveniente. Ambos coincidimos que en general fue un acierto que en el corto y mediano plazos traerá beneficios para el pueblo cubano, aunque de m omento no le vemos ningún impacto en la situación de los Derechos Humanos.
De hecho, nos encontramos con que la mayoría de los cubanos con los que hemos hablado, sea en Miami o sea en Cuba, piensan igual, e incluso hay algunos que han participado en eventos de protesta organizados por diversas organizaciones del exilio histórico integradas mayormente por activistas políticos tradicionales, aunque en privado nos comentaban que la medida trae beneficios pero que no se atrevían a exponerlo en público. Y añadían que por regla general esos activistas políticos tradicionales se oponían al deshielo de las relaciones sin proponer ninguna otra acción y solo ofrecían más de lo mismo.
Lo que no debe quedar duda es que la medida es irreversible. Pase lo que pase en Panamá, Estados Unidos restablecerá relaciones diplomáticas con Cuba, y todos los cubanos tenemos que aceptar y adaptarnos a esa nueva realidad.
Yusnaby opina que en general, en Cuba existe mucha apatía por parte de la gente y que la mayoría de las personas que no salieron del país, se han ido acostumbrando a desconectarse y alejarse de la política a pesar de que en Cuba casi todo está politizado.
Alejadas de la política, las personas saben que no van a tener ningún problema salvo la escasez crónica de algunos productos y servicios y si se les pregunta si están de acuerdo o no con algo relativo a la revolución o al gobierno, nunca te dan una respuesta directa, y responden con evasivas.
El gobierno tolera y hasta se puede decir que permite que las personas manifiesten su inconformidad con problemas específicos como podrían ser la tardanza de un trámite, el mal servicio proporcionado por alguna empresa, la escasez de algún producto, las colas, o los problemas a que se enfrentan los ciudadanos día a día para resolver, pero la regla general es la inercia, pues saben que quejarse no servirá para generar ninguna reacción orientada a resolver el problema. Eso sí, saben que hay una raya que no se puede cruzar que consiste en señalar como culpable de algo a la Revolución o a los hermanos Castro. Eso sí no se tolera y solo lo comentaría un disidente o un opositor porque saben que esa opinión si generará una reacción fuerte por parte del gobierno que los puede llevar a la cárcel. Esto solo significa que la represión se ha vuelto sutil.
¿Quién paga las cosas?
Comentamos que en Cuba no existe una educación tal que permita a la gente entender las raíces de los problemas, y así, nos encontramos con profesionales de todo tipo que dicen que gracias a la Revolución tienen servicio médico gratis o que sus hijos pueden ir gratis a la Universidad. Nadie entiende que los servicios médicos y la educación cuestan y que hace falta dinero para pagarla. Hay que pagar los sueldos de los profesores, de los médicos, enfermeras, etc. Aparte hay que construir edificios y comprar y mantener equipos de laboratorio, etc. Todo eso cuesta dinero, y si preguntas: ¿Quién paga eso? La respuesta es unánime: El Gobierno.
Pero la mayoría de la gente, tanto aquí como allá, no se da cuenta de que el gobierno no tiene dinero propio. El gobierno colecta dinero de los ciudadanos a través del cobro de impuestos y derechos, y en el caso de Cuba y de una manera muy disfrazada, por el invisible impuesto descomunal al ingreso, que el gobierno aplica al pagar a los trabajadores esos sueldos tan bajos. La función del gobierno debe ser administrar los bienes y servicios comunes como parques, calles, acueductos, drenajes, etc. El gobierno es el administrador de todas esas propiedades comunes, esas que son propiedad de todos los ciudadanos, y el dinero que reúne no es de él sino que nos pertenece a todos y cada uno de los cubanos.
Como el gobierno paga utilizando nuestro propio dinero, nosotros somos los que estamos pagando el costo de los servicios médicos y de la educación y de todas las cosas que el gobierno decida “regalar” o dar “gratis” Pero la gente no lo entiende. No se da cuenta de que no son gratis y que no las paga Raúl Castro de su bolsillo. El que la gente no entienda esto, es un problema de educación. Se les ha estado diciendo tanto tiempo que son gratis que acaban por creerlo, y como a la vez se reprime totalitariamente su capacidad de razonar y pensar, una lógica tan simple como esa, se les hace imposible de entender.
Buscar aceptación
Y en medio de todo, en Cuba hay personas que todavía apoyan a la revolución, al gobierno revolucionario. Aunque en Cuba es imposible realizar encuestas, hay estimados que calculan que entre un 30 a un 35% de la población apoya al gobierno. Y rápidamente Yusnaby aclara: En Cuba, la gente que apoya al gobierno, no es comunista.
Muchos ni siquiera entienden lo que es el comunismo. La gente no es comunista, ni Marxista, ni revolucionaria. La gente es fidelista. Siguen a Fidel, al carismático, a la figura histórica y no a un sistema y cualquiera que llegue al poder tendrá problemas para lograr aceptación. Por eso y a pesar del peso que el apellido Castro tiene, a Raúl Castro le ha costado muchísimo trabajo lograr aceptación, y como cualquier político, buscó hacer cosas y tomar medidas que le ganaran esa aceptación que necesitaba.
Por eso buscó hacer algunos cambios y tomar ciertas acciones que le sirvieran para ganar esa aceptación. En ese sentido fue que tomó las decisiones de permitir aumentar las actividades por cuenta propia que los cubanos podían ejercer, eliminó casi por completo las marchas y manifestaciones a las que se obligaba a asistir a los cubanos con mucha frecuencia, permitió que los cubanos pudieran entrar a los lugares que antes estaban reservados solo para los extranjeros (si tenían como pagar) y despenalizó nuevamente la tenencia de dólares. También eliminó el permiso de salida y algunas cosas más. Y todo lo hizo para tratar de ganar aceptación como Presidente de Cuba.
Pero aun así nunca ha logrado acreditarse plenamente ya que la gente sigue siendo fidelista, y cuando Fidel muera, si es que muere primero que Raúl, su aceptación bajará todavía más. Aparte, Raúl Castro está desempeñando un trabajo que no quiere hacer. Él ya quiere irse y por eso ha reiterado que en el 2018 se retirará y entregará el mando a un sucesor y designó como tal a Miguel Díaz Canel. Nótese que en teoría la Asamblea del poder popular es la que vota y elige al presidente, pero en el caso de Raúl Castro, la asamblea votó por él porque lo había elegido Fidel. Así, en 2018 votaran por Miguel Díaz Canel, porque Raúl Castro lo eligió como su heredero. El apellido Castro pesa mucho, y Díaz Canel probablemente será electo sin que nadie sepa gran cosa de él. Es un hombre de imagen gris, que nunca ha destacado por nada y probablemente por eso se mantiene como heredero designado, porque en Cuba a nadie se le permite destacar o sobresalir salvo al número uno, que en el momento actual es Raúl Castro.
En la asamblea del Poder Popular, a pesar de que casi todas las decisiones se toman por unanimidad, el elemento unificador es el apellido Castro. Si algún día la Asamblea se tuviera que reunir y Raúl y Fidel Castro ya no estuvieran, la división sería grande y evidente y difícilmente alguien lograría fácilmente un apoyo mayoritario. En el caso de Miguel Díaz Canel, cuando sea designado presidente heredando a Raúl como Maduro heredó a Chávez, tendrá que hacer algo para ganar aceptación. Lo que haga, dependerá mucho de cómo piense, pero en cuba no se sabe cómo piensa nadie, porque nadie puede decir lo que piensa. También dependerá mucho de la conformación de la Asamblea, que ha sido dominada por figuras septuagenarias y octogenarias pero estas ya van de salida. Unas porque han sido forzadas a renunciar, otras porque sus condiciones de salud no les permiten desempeñar sus funciones, y otras, que cada día son más, porque han ido muriendo. Sin duda, la biología jugará un factor clave en la conformación de la Asamblea con la que Díaz Canel tendrá que lidiar.
Es de suponerse, que será una Asamblea integrada en su mayoría por jóvenes, entendiendo por esto a personas nacidas después de 1959. Pero sin duda, a Díaz Canel se le ha venido cuidando, y por eso siempre está desarrollando actividades menores, viajando al extranjero, y desarrollando encargos de Raúl Castro, pero manteniendo un perfil bajo. Y cuando hay que presentar algo y dar la cara, lo hace Marino Murillo y la figura de Díaz Canel se mantiene en un segundo plano. Sin embargo su estatus se le reconoce porque en las reuniones, siempre se sienta al lado de Raúl Castro.
Pero en Cuba nadie sabe cómo piensa nadie y no se puede descartar que en la presencia de una asamblea desunida y caótica, se pudiera presentar un golpe militar dirigido por un militar que tampoco sabemos cómo piensa por las mismas razones ya expuestas. Y todo esto ante un pueblo fundamentalmente apático, que le daría igual que pasara una cosa u otra.
Oposición intuitiva
Desde luego, en Cuba hay oposición y disidencia, pero está muy dividida. Cada una tiene su líder pero no existe un nombre que tenga la capacidad de integrarlos a todos en un frente común que pueda intentar forzar un cambio. Se Quiere dar una inexistente imagen de unidad. Por ejemplo, recientemente se realizó una reunión y se tomaron varias fotografías, pero esas solo fueron las fotografías de la fachada de un edificio en donde todos los inquilinos discrepan y aunque discrepar es esencia de la democracia, primero tenemos que lograr esa democracia. Discrepar antes de que se logre, añade un elemento más que impide que la disidencia tome fuerza.
Hay muchas organizaciones, pero la mayoría son pequeñas, y dentro de ellas hay todo tipo de personas, incluso algunos líderes de los que se puede cuestionar su real convicción democrática, pero no nos cabe duda de que por lo menos en un par de ellas existen personas con la capacidad y la preparación para dirigir la difícil tarea de hacer de Cuba un país sustentable, eliminando las disposiciones que no funcionan y creando las condiciones necesarias para que sea el país libre y democrático que queremos. No es una tarea fácil, pero si la afrontamos unidos, no será imposible.
Yusnaby hace hincapié en que el pueblo cubano está urgido de información e intentar una transición política con un pueblo desinformado puede ser el escenario perfecto para una nueva dictadura. Por eso insistimos tanto en la importancia de que lo prioritario debe ser informar y educar al pueblo cubano sobre sus derechos, garantías ciudadanas, información, acceso a los medios libres de comunicación, y todas esas cosas que nosotros fuera de Cuba damos por sentadas. Un pueblo desinformado es un pueblo susceptible a caer nuevamente en manos de un dictador.
Y como mencionamos, es un hecho que la oposición cubana está dividida, pero hay que hacer notar que es una oposición que lo hace todo por instinto, jamás han presenciado un ambiente democrático y mucho menos lo han vivido. Esa es otra razón más para que se priorice el acceso a la información en Cuba, para que estos valientes grupos de oposición vayan puliendo su discurso político y para que el pueblo cubano los vaya conociendo. Así se construye una democracia donde el pueblo puede elegir en base a decisiones razonadas.
Solo así construiremos un futuro democrático para Cuba. El tiempo dirá si fuimos capaces.