En la contraportada de un ejemplar del I Ching aparecían ejemplos de preguntas que podían consultársele a ese oráculo chino. Interrogantes como ¿Debo casarme con X? ¿Es el momento para hacer un viaje a Y? o ¿Qué sucederá en Cuba? Los lectores de esa edición, de hace 43 años, han tenido tiempo de comprobar por sí mismos con quién comparten finalmente su vida o el lugar a donde terminaron yendo de vacaciones. Muy distinta ha sido la situación de quienes interrogamos al libro agorero sobre el destino de esta isla.
La pregunta escrita en esa carátula no ha dejado de perseguirme, como a tantos otros cubanos. Desde inquietos extranjeros que pretendían practicar el español y concluían queriendo saber sobre el destino nacional; hasta periodistas extranjeros, cubanólogos de todas las tendencias, académicos de varias disciplinas y políticos o diplomáticos de carrera, procedentes de cualquier parte del mundo. En un momento u otro de nuestra conversación siempre deslizaban la cuestión ¿Qué pasará en este país?
Después del 17 de diciembre de 2014 la interrogante ha cobrado nuevos bríos. Las hipótesis sobre los posibles escenarios van dejando atrás las variables del inmovilismo eterno, la invasión extranjera o la explosión social. A la par ha ganado credibilidad la presunción de que la fuerza generadora de cambios vendrá desde arriba, de forma más o menos controlada y con el beneplácito crítico de los antiguos enemigos exteriores. Pero eso lo podría predecir cualquiera. Faltan los detalles.
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