LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Mientras varios establecimientos de la red gastronómica dolarizada se convierten en hervideros de pasiones ante cada presentación del los clubes de fútbol Real Madrid y Barcelona, mientras niños y jóvenes solo precisan de algún balón de cualquier calidad y de cuatro piedras para convertir nuestras calles en improvisadas canchas, donde tratan de reproducir las hazañas futbolísticas de sus nuevos ídolos, Cristiano Ronaldo y Lionel Messi.
Banderas, camisetas, gorras, pañuelos y bufandas con los emblemas de los equipos líderes de la llamada Liga de Campeones, adornan nuestras calles como expresión definitiva de una creciente afición –sobre todo entre los más jóvenes− por el más universal de los deportes. Los torneos del futbol nacional transcurren con más penas que gloria, sin generar interés o motivación en una afición por tanto tiempo decepcionada.
Los abnegados jugadores cubanos tratan de sobreponerse a las muy difíciles condiciones de vida y entrenamiento que deben afrontar en desastrosos terrenos, para animar campeonatos sin calidad, que solo siguen un reducido grupo de leales fanáticos y familiares.
Cuando parecían estar perdidas las esperanzas de ver al fútbol cubano realizar una actuación decorosa en la arena internacional, a finales del mes de febrero, en las canchas de Puebla, México, se obró el milagro. La selección cubana sub 20 obtuvo uno de los cuatro boletos para la Copa Mundial de la categoría, que tendrá lugar en Turquía, el próximo verano.
Después de sucesivas actuaciones decepcionantes del fútbol nacional, los discípulos del DT avileño Raúl González Triana, demostraron en el terreno muy aceptable técnica, coherente defensa, que se adapta a las características del contrario, además de un juego alegre, dinámico, combinativo y vertical. Sobre todo mostraron el olfato goleador que tanto les ha faltado a los representantes nacionales en los últimos tiempos. Y así pudieron vencer en dramático partido a Costa Rica, para obtener el ansiado boleto mundialista.
Los jóvenes jugadores cubanos no creyeron en la calidad y tradición de los ticos. Les vencieron dos goles por uno, además de pasar por encima de las aspiraciones de Canadá y Nicaragua, con siete goles a favor y solo dos en contra. Por tal desempeño, regresan a una Copa Mundial, después de dos décadas, tras las recordadas incursiones de las selecciones sub 17, en los mundiales Escocia 89 e Italia 91.
El fútbol cubano, luego de fracasar una vez más de manera estrepitosa en sus aspiraciones de avanzar en la clasificación mundialista de mayores (Brasil 2014), obtuvo nuevamente su boleto a la próxima Copa de Oro, con sede en varias ciudades norteamericanas, en el verano de este año, al ganar por primera vez la Copa del Caribe.
El director técnico de este equipo revelación ha manifestado el propósito de continuar la preparación y el fogueo del conjunto, con incursiones en varios escenarios foráneos, para llegar en la mejor forma posible al mundial de Turquía y concretar su aspiración de pasar de la primera ronda del exigente evento.
La actuación de la selección sub 20 vuelve a confirmar el repetido criterio de especialistas y aficionados sobre las cualidades naturales y potencialidades técnicas de los futbolistas cubanos. Sin embargo, esas potencialidades se frustran y diluyen una y otra vez cuando se llega a las categorías superiores, por el enorme desfase que padece nuestro fútbol en relación con el desarrollo internacional de este deporte.
Gracias a esa global interdependencia que caracteriza el fútbol moderno y lleva el talento de su lugar de origen a los más encumbrados escenarios, varios países sin tradición, como Venezuela o Panamá, han avanzado considerablemente en el ranking mundial de la disciplina. Por su parte, Cuba se ha hundido en el fracaso cada vez que trata de mejorar sus actuaciones en la arena internacional.
Resulta contradictorio el creciente aumento de la popularidad de este deporte en Cuba, sobre todo entre los más jóvenes, y el persistente retraso de la práctica en el país, que no ha podido estabilizar sus resultados, ni siquiera en nuestra región, la cual no goza del mayor nivel a escala internacional.
Los jugadores cubanos son los únicos del planeta que están privados de la posibilidad de avanzar en su desarrollo deportivo y personal, por no poder incursionar en los circuitos profesionales de la disciplina. Por mucho talento y esfuerzo que demuestren, saben que seguirán sometidos a las privaciones y retrasos que caracterizan el estatizado y falso deporte amateur que las autoridades cubanas se empeñan en mantener.
La debilidad del fútbol cubano se ha profundizado en los últimos años con la estampida de casi dos decenas de jugadores de todas las categorías, los que han escapado de varias delegaciones para buscar en otros países las oportunidades de desarrollo imposibles de encontrar en Cuba.
La hazaña de la selección sub 20 abre nuevamente la esperanza de ver al fútbol cubano dar el salto definitivo a la tan soñada competitividad internacional. Pero por mucho sacrificio y talento que demuestren atletas y técnicos, solo la voluntad política de las autoridades para cambiar el sistema de control absoluto e inmovilista podrá abrir definitivamente el camino a la inserción del balompié antillano en el concierto mundial.