LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -“Sano esparcimiento, educación y cultura ambiental para el pueblo”… es la propuesta del Acuario Nacional de Cuba para este verano. Con una programación especial durante los meses de julio y agosto, la instalación abrirá sus puertas para satisfacer –supuestamente- las expectativas de los visitantes, ávidos por conocer más sobre el mundo marino.
Según Longino Frankiz, vicedirector de comunicaciones del Acuario, los visitantes tendrán la oportunidad de apreciar tres mil ejemplares marinos, pertenecientes a más de trescientas especies. A partir de las diez de la mañana hasta la noche el Acuario ofrecerá, de forma continua, espectáculos con delfines y lobos marinos. Asegura el vicedirector que además se garantiza que habrá variados servicios gastronómicos.
Antes tan buena noticia, decidí visitar el Acuario para verificar los avances de que habla el señor director de comunicaciones, y quedé desconcertado por el contraste entre la realidad y la propaganda. A primera vista, sin mucho esfuerzo, reconocí que la higiene del lugar está aun más deteriorada que lo habitual y que ahora son muchas más las peceras clausuradas.
Víctima de la negligencia, el Acuario tiene cerrados al público el cuarenta por ciento de sus estanques. Excepto el área que llaman “la parte nueva”, donde se encuentran los delfines y lobos marinos, el resto de la instalación es una verdadera zona de desastre que se encuentra en condiciones deplorables. Para evitar accidentes, la administración de la instalación, en lugar de repararla, decidió cerrar al público “la parte vieja”.
Una de las galerías de peceras, conocida como “siete picos”, se mantiene cerrada de forma parcial. Las filtraciones han deteriorado el sector y amenazan con cerrarlo por completo. Todos los estanques y las peceras que reúnen la menguada población marina del Acuario evidencian falta de mantenimiento.
La tarea de choque de las distracciones del verano en el Acuario recaerá sobre los delfines y lobos marinos. A los camaradas mamíferos marinos la revolución les ha impuesto la nueva tarea de ofrecer durante dos meses consecutivos funciones diarias, desde la mañana hasta la noche. Debe ser su aporte para compensar las consecuencias del “embargo yanqui”, que -según dijo una funcionaria del Acuario- es la razón del deterioro de la instalación.
Sobre las “ofertas gastronómicas asequibles”, el bajo precio de los productos está más que explicado por la mala calidad y escasa variedad.
El Acuario Nacional de Cuba no es solo un sitio de esparcimiento, también es un centro de investigación marina que merece un poco más de atención. Poco vale impartir talleres de verano a los niños sobre la importancia de la cultura ambiental, si el lugar donde se desarrollan está maltratado por el abandono.
El Acuario Nacional de Cuba, lejos del prometido “encuentro con el mundo marino” de que habla el director de comunicaciones, ofrece un verdadero encuentro, pero con la devastación que reina por igual en casi toda la ciudad de La Habana, y el resto de la Isla.