LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Las tiendas estatales de las cadenas recaudadoras de divisas se han topado con una poderosa competencia: el mercado particular, que las aventaja en calidad, estética, modernidad, precios y con un mejor servicio.
La calidad de los artículos que comercializan las tiendas estatales ha sido criticada continuamente, por sus artículos descoloridos, deshilados, raídos, mohosos, pasados de moda, y por las insuficientes cantidad y variedad.
En cambio, las nuevas tiendas del mercado privado muestranmás diversidad, tanto en calidad como en variedad de marcas y tallas. Incluso, con modelos de última moda, con mejores precios y más esmerada atención. Ofrecen además la ventaja de aceptar cualquiera de las dos monedas que circulan en el país. Y le ofrecen al comprador garantía para la devolución o el cambio.
Estos nuevos negocios, que pululan en los portales de las viviendas, y también en solares y pasillos de cualquier barrio, han encontrado una amplia y fluida clientela entre la población cubana. Sus principales fuentes de suministro son cubanos que viajan trayendo la mercancía desde Estados Unidos, Panamá, Venezuela y Ecuador.
Las nuevas “tiendas” particulares son también es fuente de empleo para miles de personas que no tienen empleo estatal, las cuales laboran como vendedores, almaceneros, transportistas y custodios, entre otros.
Ruedan los rumores entre la población sobre el verdadero origen de estos nuevos comercios. ¿Quiénes están detrás de su concepción? ¿Será la nomenclatura comunista que invierte sus ahorritos? ¿Los hijos de papá aventurándose como empresarios? ¿La prole de los cooperantes internacionalistas? ¿Los familiares que residen en el extranjero?
Tal vez haya de todo un poco. Pero lo único cierto es que las ventas de las tiendas estatales han caído de manera abrupta con la aparición de este mercado.
Hace pocos, cuando Alfredo Ramos y su brigada de fumigadores contra el mosquito Aedes aegypti, se presentaron en la tienda de Quinta Avenida y 98, en Miramar, e informaron al gerente que debían cerrar la tienda para fumigar, el gerente les pidió por favor que vinieran otro día. “Como está la cosa, ahora que todo el mundo prefiere comprar en la calle –les dijo-, no podemos darnos el lujo de cerrar por los mosquitos”.