LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -El mes de octubre ha transcurrido en Cuba bajo fuertes campañas propagandísticas. Los medios de difusión no cesan la constante alharaca política, con una intensidad que recuerda los tiempos de Fidel Castro. Los temas preferidos en esta ocasión son el embargo norteamericano, la situación de los 5 cubanos condenados por espionaje en Estados Unidos y el terrorismo, aprovechando el 35 aniversario del atentado al avión de Cubana de Aviación en Barbados que costó la vida a 73 personas inocentes.
El último tema ocupa la primacía en estas campañas, dirigidas a martillar las cansadas mentes de los cubanos, más que atiborradas por el incremento de los asfixiantes problemas vivenciales. Sin duda alguna, el terrorismo es condenable, y hechos como la tragedia de Barbados merecen un total esclarecimiento y la condena a quienes promovieron tan bárbara acción. Igual podría decirse de los actos dinamiteros ocurridos en hoteles y otros lugares de La Habana, donde perdió la vida un turista italiano y quedaron heridos varios pacíficos ciudadanos cubanos que casualmente se encontraban en el lugar.
Sin embargo, habría que preguntarse si el gobierno cubano tiene la suficiente autoridad moral para enjuiciar esos repudiables hechos, teniendo en consideración su largo historial de haber permitido y promovido el terror en Cuba bajo distintas formas y métodos durante muchos años. El terrible hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, resultó en el ahogamiento de 32 personas, de ellos 20 niños, el 13 de julio de 1994, sin que hasta el momento se haya celebrado un juicio para esclarecerlo, a pesar de la solicitud formulada por la Iglesia Católica Cubana para que quedaran depuradas las responsabilidades por este trágico suceso. No menos brutal fue el derribo de dos avionetas de la organización Hermanos al Rescate, con cuatro personas a bordo, por aviones cazas Mig 23, el 24 de febrero de 1996. Independientemente de si estaban o no en aguas jurisdiccionales, no tiene justificación este desmedido proceder contra pequeñísimas naves desarmadas.
Además, cómo podría llamarse a la condena de 75 pacíficos disidentes a largas penas de cárcel en 2003, sino una clara acción para sembrar el terror y el miedo en la sociedad; qué título podría recibir el fusilamiento de tres jóvenes negros en abril de ese año, que urgidos por la desesperanza quisieron llevarse un barco para Estados Unidos, pero no derramaron sangre. Estos ejemplos y otros muchos demuestran fehacientemente las prácticas terroristas desplegadas por el gobierno para afincarse en el poder.
Ahora mismo, estos métodos continúan utilizándose mediante las bandas paramilitares al estilo de los voluntarios españoles en la colonia y la porra machadista, contra pacíficas personas que cansadas de la miseria y los abusos protestan y cívicamente piden respeto a sus derechos.
Por otra parte, poca moral tienen las autoridades, cuando internacionalmente se conjuran con connotados violadores de los derechos humanos y promotores del terrorismo internacional. Abiertamente se han aliado con Gadafi en Libia, Al-Assad en Siria y los ayatolas en Irán, a quienes no ha sido suficiente el terror aplicado a sus pueblo y lo han exportado.
Resulta improcedente reclamar justicia para la monstruosidad realizada en Barbados y al mismo tiempo aliarse a quienes dinamitaron un avión de la compañía Pan Am cargado de más de 200 civiles sobre Lockerbie (Escocia) y pusieron una bomba en la discoteca La Belle de Berlín en abril de 1986, con una apreciable cantidad de víctimas, acciones terroristas probadamente preparadas en Trípoli. Es incompatible proclamarse campeón en la lucha contra el terrorismo, cuando se hace causa común con el régimen iraní, promotor del terrorismo a escala internacional, incluyendo hechos tan salvajes como el atentado que destruyó la embajada de Israel en Buenos Aires y causó 30 muertes y más de 200 heridos el 17 de marzo de 1992, así como el atentado contra un Centro Judío con cerca de un centenar de fallecidos y numerosos heridos, el 18 de julio de 1994, ambos en Buenos Aires; proyectados por personas que hoy ocupan importantes cargos en el gobierno de Teherán.
A esto se añade el apoyo brindado actualmente a la dinastía de Damasco, que ametralla al pueblo para enfrentar su rebeldía, mientras la mayoría de los países árabes ya han retirado sus embajadores, e incluso aliados cercanos como Rusia y China, a pesar de vetar resoluciones del Consejo de Seguridad de ONU contra la tiranía de Bachar Al- Asad, abrumados por las atrocidades, hayan tenido que reclamar al gobierno sirio el cese del baño de sangre y busque soluciones.
Estos elementos demuestran que el gobierno cubano, que cercenó las libertades al pueblo y durante años han gobernado a través de la implantación del miedo, carece de credibilidad para erigirse en defensor de los intereses de Cuba. Ciertamente merecen ser sancionados quienes derramaron de forma monstruosa la sangre cubana inocente, tanto quienes se escudaron tras una supuesta lucha por la democracia, como aquellos que utilizan esos métodos para defender un poder absoluto disfrutado por tantos años.