LA HABANA, Cuba, noviembre (173.203.82.38) – Roberto López madrugó para llegar temprano al Registro de la Propiedad de Arroyo Naranjo. Tiene planes de dividir su casa. Una parte la donará a su única nieta, la otra la venderá. A sus 70 años necesita recursos para sobrevivir. Alcanzo el número diez en la cola, pero cuando lo atendieron le informaron que no podía inscribir su casa.
Con la entrada en vigor de las normas decretadas por el Consejo de Estado que modifican la legislación en materia de vivienda, los propietarios cubanos corren en masa a las notarias y registros de la propiedad para poner sus títulos a tono con las nuevas exigencias legales.
Las ya tradicionales colas para estas instituciones comienzan en la madrugada y siempre quedan personas sin atender al final de la jornada. Es que todo no está resuelto. Se acortó el tiempo para realizar los trámites, pero el Estado no cuenta con una adecuada infraestructura, ni con el personal suficiente para enfrentar la demanda de los servicios jurídicos que requiere la nueva normativa.
No importa, después de medio siglo de entrenamiento, los cubanos ya están más que acostumbrados a las colas. Con una paciencia increíble, aguardan su turno para ser atendidos. Sin embargo, no son pocos los inconformes. No es fácil que después de esperar cuatro o cinco horas en una cola, le informen a uno que no puede realizar el trámite por omisiones y errores que no son su culpa, sino de la autoridad que les emitió su título.
“Usted debe actualizar su titulo para poder inscribir su casa en el Registro de la Propiedad”, le informa el especialista a Roberto. El tramite es obligado para los que pretendan vender, permutar o donar sus casas. “¿Qué significa eso?” -preguntó el anciano desconcertado.
“A la descripción de su casa le faltan las medidas, los linderos y también la superficie”, respondió el abogado que lo atendió. Esta omisión en el título de propiedad de Roberto no es una excepción, es común en la mayoría de los títulos emitidos antes del año 2003.
“Primero usted debe ir a la oficina del arquitecto de la comunidad y solicitar sus servicios para que le realicen un dictamen técnico y de tasación; después, con el documento de arquitectura, debe presentarse en la notaria para que subsane las omisiones, y luego regresar a solicitar la inscripción de su propiedad”, agregó el especialista.
Suena sencillo, pero el trámite implica madrugar y perder días de trabajo haciendo una cola para el arquitecto, otra para el notario y nuevamente otra para el registrador de la propiedad. Sin contar el tiempo que demora cada trámite. “Al parecer mis planes demorarán por lo mínimo tres meses más”, comentó sin entusiasmo el señor López.
El comprador de la casa de Roberto no está dispuesto a esperar y planea pagar para agilizar los trámites. La premura cuesta en cualquier parte del mundo, pero para el gobierno cubano significa corrupción, una de sus enconadas luchas en el plano interno.
Es así como comienza la aplicación de la normativa aprobada recientemente en la isla. Permite la compraventa de viviendas y eliminó una de las fuentes de ilegalidades. También aumentó el contenido de trabajo de funcionarios estatales, pero dejó intactos sus salarios. No cabe duda que eliminar la corrupción y prevaricación de estos funcionarios quedará como tarea pendiente.