LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -“Tengo un sueño”, el concepto más conocido de Martin Luther King Jr., pronunciado ante cientos de miles de norteamericanos en el monumento a Abraham Lincoln como colofón de la Marcha a Washington D. C., el 28 de agosto de 1963, tiene especial significado este 21 de enero, cuando se realiza la ceremonia pública de la toma de posesión de Barack Obama como presidente de Estados Unidos, el mismo día en que el país rinde tributo al insigne promotor de la lucha no violenta por los derechos civiles.
El simbolismo trasciende la victoria electoral en dos ocasiones del primer presidente afroamericano. Se trata de la convergencia de voluntades de los ciudadanos para impulsar un cambio en momentos de gran crisis económica, la necesidad de entendimiento entre los actores políticos e impulso a la unidad. En 2009, su primera investidura bajo el lema “Un nuevo nacimiento de la libertad” coincidió con las conmemoraciones del 200 aniversario del nacimiento de Lincoln (12 de febrero de 1809). Uno de los presidentes más eminentes de Estados Unidos, de extracción humilde, autodidacta, que comenzó su ascenso político en el estado de Illinois, al igual que Obama. El querido Abe, elegido y reelegido en el difícil período de la polémica sobre la abolición de la esclavitud, la división entre el Norte y el Sur, y la Guerra de Secesión (1861-1865), se proponía desarrollar un programa de unidad y reconstrucción, cuando cinco días después de concluido el conflicto, fue asesinado (15 de abril de 1865).
En esta oportunidad el lema es “Fe en el futuro de Estados Unidos”, inspirado en la perseverancia y la unidad, mientras se celebra el 150 aniversario de la colocación de la Estatua de la Libertad en la cúpula del nuevo Capitolio en 1863, cuyos trabajos estuvieron a punto de suspenderse porque la guerra civil amenazaba la suspensión de los trabajos de construcción, pero los obreros continuaron trabajando, incluso sin recibir salario, hasta que el Congreso aprobó el financiamiento adicional para completarla, lo cual se convirtió en sinónimo de la libertad y la democracia.
El tercer lunes de enero es el Día de Martin Luther King, honrado a través de trabajo voluntario comunitario, como Día Nacional de Servicio, según acordó el Congreso en 1994, a fin de contribuir al ideal del pastor bautista de una comunidad querida -Barack Obama empezó su etapa laboral entre la comunidad pobre de Chicago, Illinois-. Las honras a King comenzaron poco después de su muerte. En 1983, el presidente Ronad Regan firmó la ley convirtiendo su nacimiento (15 de enero de 1929) en feriado federal, pero fue en 2000 cuando se observó oficialmente en los 50 estados. Por su activismo en las décadas de 1950 y 1960 para lograr la igualdad de los derechos de los afroamericanos y demás minorías sometidas a discriminación y marginalización, coadyuvó decididamente a la promulgación de la Ley de Derechos Civiles por el presidente Lyndon B. Johnson en 1964, año cuando recibió el Premio Nobel de la Paz, así como a la aprobación de la Ley de Derecho al Voto en 1965. Soportó muchas agresiones y ultrajes durante sus tenaces esfuerzos, hasta su asesinato el 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee, donde se encontraba para encabezar una marcha de protesta en apoyo a la huelga de trabajadores sanitarios.
“Tenemos la oportunidad de hacer de Estados Unidos un país mejor. Quizás yo no alcance a estar allí con ustedes. Pero quiero que sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida”, expresó King en vísperas de su muerte. Por sus derroteros han continuado avanzando los norteamericanos, con dificultades, desacuerdos, reveses y éxitos. El 21 de enero de 2013 ocurre la 57 inauguración de un período presidencial de cuatro años, tradición comenzada por George Washington, el 30 de abril de 1789, en Nueva York. Obama presta juramento ante el juez del Tribunal Supremo el 20 de enero, día marcado por la Constitución, pero como cae domingo, la ceremonia pública en la escalinata del Capitolio se pasó para el lunes 21, por lo que felizmente coincide con el Día de Martin Luther King Jr.
El presidente 44 de Estados Unidos nació en Honolulu, Hawaii, el 4 de agosto de 1961, fruto del matrimonio de Ann Dunham, joven blanca de un pequeño pueblo de Kansas, y Barack Obama Sr., estudiante oriundo de Kenya, becario de la Universidad de ese estado. Durante su niñez vivió en Jakarta, Indonesia, y en la isla natal. Durante su primera juventud estudió en el Occidental College de Los Angeles, la Universidad Columbia de Nueva York y en la Universidad de Harvard, donde se recibió con honores magna cum laude en 1991. Inició su carrera política en el senado de Illinois en 1996, continuó en el Senado Federal en 2004, y entonces alcanzó relieve nacional como orador en la Convención Demócrata, que ratificó a John Kerry como candidato a la presidencia. Luego de una popular campaña para la nominación de ese partido, Obama opacó a la favorita senadora Hillary Clinton, quien desde 2008 como Secretaria de Estado de su Administración, ha desempeñado un eminente papel.
Los cubanos debemos beber de las fuentes de nuestra historia, próximos a conmemorar el 160 aniversario del nacimiento de José Martí, el 28 de enero, y también de personalidades como Martin Luther King, que consideraba que “la violencia nunca produce paz permanente. No resuelve los problemas sociales: simplemente crea problemas nuevos y más complicados”. Para contribuir a sacar a Cuba de la aguda crisis política, económica y social existente, y avanzar en el respeto de los derechos humanos y la democracia se requiere la unidad de voluntades en la reconciliación nacional. Igualmente importante resulta para Cuba procurar el entendimiento y la colaboración internacional, mediante el relajamiento de las tensiones con Estados Unidos, cuando el presidente Barack Obama ha dado pasos significativos hacia el pueblo cubano, la normalización de las relaciones con la Unión Europea y la apertura respetuosa al mundo en general.