LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Mientras la situación en Siria se deteriora cada vez más, no deja de llamar la atención la firmeza con que los “socialistas del siglo XXI” en Nuestra América mantienen y aun intensifican su respaldo a la dinastía corrupta y genocida de los El Assad.
So pretexto de evitar que se repitan los sucesos de Libia (que condujeron al feliz derrocamiento de otro sátrapa criminal, pero que ellos consideran un evento lamentable y vitando), los castro-chavistas mantienen su firme respaldo al actual gobierno de Damasco, y por esa razón apoyan las posturas asumidas por países como Rusia y China.
Estas dos potencias de raigambre comunista se muestran renuentes a cualquier acuerdo de la comunidad internacional que pueda representar una solución verdadera a la terrible guerra civil, al callejón sin salida en el que ahora mismo está metido el sufrido pueblo del país árabe.
En el caso específico de Rusia, su apoyo incondicional a Bashar El Assad está motivado en gran medida por el deseo de mantener la base naval que posee en la costa siria, única suya en el Mediterráneo. De manera curiosa, a los mismos que rechazan la presencia de instalaciones militares de Estados Unidos o Gran Bretaña en otros países, les parece muy bien que la potencia eurasiática conserve las suyas.
Algo parecido sucede con las decisiones de la Asamblea General de la ONU. Cuando una amplia mayoría de los países miembros respaldan medidas como la resolución de condena al embargo estadounidense contra Cuba, ello, en opinión de los castro-chavistas, demuestra el rechazo de la comunidad internacional a “la política imperialista”.
Por el contrario, cuando, como sucedió hace días, un esmirriado grupo de amiguetes de la dinastía El Assad vota en contra de una resolución de condena al genocidio perpetrado por el régimen, ello constituye —supuestamente— una prueba irrefutable de la “política de principios” llevada a cabo por Venezuela, Cuba y su comparsa.
Mientras tanto, la propaganda pro-siria no cesa de ofender la inteligencia ajena, cuando repite una y otra vez que el estado de conmoción generalizada que se observa en ese milenario país se debe —según afirman— a la actuación de “mercenarios” enviados y financiados por potencias extranjeras.
El desenfreno llega al extremo de dar ese calificativo incluso a atacantes suicidas, como el que, con su inmolación, aseguró el exterminio del Ministro y el Viceministro de Defensa del régimen de Damasco, así como del Jefe de la tenebrosa Seguridad del Estado de El Assad. ¡Habría que ponerse a pensar qué hará con su “paga” ese “mercenario”!
Hace apenas unas horas, la ridiculez alcanzó un nuevo paroxismo, después que nada menos que el Primer Ministro sirio desertó junto con su familia hacia Jordania. El portavoz oficial expresó que la fuga se había producido tras haberse descubierto una conspiración en la que participaba el Jefe de Gobierno, risible versión que fue recogida a pie juntillas por la prensa cubana.
No obstante, al igual que en el Infierno imaginado por Dante hay círculos, así también en las filas del oficialismo a veces se observan algunos matices en los enfoques. El pasado día 7 el Granma publicó un análisis de un Ex Embajador del régimen castrista, Ernesto Gómez Abascal.
En su trabajo, el diplomático retirado no llega a los extremos que resultan usuales en el Noticiero Nacional de Televisión. Aunque la tesis central (no cabía esperar otra cosa) coincide en líneas generales con la política seguida por el gobierno de La Habana, se observa en este extenso artículo una mayor moderación en los planteamientos. Por ejemplo, el autor habla de “factores que se entremezclan”, y precisa: “los de origen interno y los que intervienen desde el exterior”.
También reconoce que “una parte de la población” (en su opinión “minoritaria”) “estaba disgustada con el gobierno y tenía una posición crítica sobre su desempeño, por lo que consideraba falta de democracia, manifestaciones de corrupción, nepotismo y leyes que, con el argumento de encontrarse desde hace muchos años en guerra con Israel y tener una parte de su territorio ocupado por éste, propiciaban a veces excesivas medidas”.
Con respecto a esto último, considero que cualquier semejanza con la situación actual de Cuba (y el uso constante que hace el castrismo del pretexto del embargo-“bloqueo”) no debe ser pura coincidencia. En todo caso, es evidente que, a pesar de las posturas de apoyo incondicional asumidas por los cómplices de El Assad, el noble pueblo de Siria se acerca a encontrar una salida a la encrucijada en que se encuentra.
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