LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – La historia de la mensajería postal en Cuba se enriquece a diario con los absurdos que suceden en las empresas de correos. Su lema es: Rápido y seguro, pero los responsables de llevar a cabo esta tarea son principalmente muchachos jóvenes que utilizan este empleo como válvula momentánea de escape y luego se marchan a otros trabajos, sin tomar conciencia de que el de cartero es uno de los oficios más importantes de la vida social de un país.
Alemania acaba de declararse líder mundial en la eficiencia en el servicio de correos. Los carteros alemanes se levantan a las cinco de la mañana, y tienen listas las entregas a primera hora, cuando los clientes se despiertan. En una encuesta sobre el oficio, figuró entre los más indispensables y que exigían mayor reconocimiento del Estado y la ciudadanía. Sin embargo, en Cuba los carteros viejos que amaban esa labor ya están retirados, o muertos. Ahora son jóvenes como Yuneikys, Luis “el pétalo” y Yoandy.
La indisciplina, consciente o no, que mantienen en el desempeño de sus funciones, no permiten que la Empresa de Correos de Cuba cumpla con su lema.
Todos los días hay quejas de que las cartas se pierden, los giros monetarios demoran un mes en ser entregados, los periódicos muchas veces no llegan y los telegramas urgentes llegan con tanto retraso que si traen la noticia de una muerte, llegan mucho después del entierro.
Yuneikys, Luis “el pétalo” y Yoandy trabajaban en las brigadas de fumigación contra el mosquito Aedes aegypti, otro oficio ambulatorio por donde transitan casi todos los jóvenes que arriban a la edad laboral, y los desempleados a quienes la policía les exige que trabajen.
Antes de estos carteros han pasado que duraron muy poco y se buscaron otros trabajos que pagaban mejor. Algunos fueron expulsados por mal trabajo. Un caso memorable es el de Anguila, un cartero de mi barrio que un día de las madres escondió todas las postales de felicitación bajo una piedra, para ahorrase el trabajo de repartirlas.