LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Tres pintores autóctonos se reunieron en una exposición en la Casa de la Cultura de Jaimanitas este fin de semana y confirmaron que lo real maravilloso seha convertido en parte de la cotideanidad del artista, y toda la población, en Cuba.
José Díaz Santacruz, Antonio Calzada y Juan de Dios Elybardi, mostraron sus cuadros confeccionados con materiales disímiles y narraron a los asistentes a la muestra los múltiples y variados escollos que tienen que salvar a diario para mantener su arte vivo; todo un muestrario de cómo viven estos artistas.
José Díaz Santacruz además de sus cuadros, pinta casas, autos, refrigeradores y también anuncios para negocios particulares, actividad que le proporciona dinero para comer, pues le resulta muy difícil vender los cuadros. Su obra es sombría, pero no porque ese sea su estado de ánimo. Debido a la carencia de pinturas de oleo de diferentes colores, se limita a usar en su obra solo dos colores: el ocre y el gris; como resultado en sus obras predominan la aprehensión y la nostalgia, incluso en sus agujas y albacoras, que tienen mucha aceptación entre los habitantes de este poblado costero. Sus peces desbordan un marcado sentimiento de frustración, que es su sello distintivo.
Antonio Calzada, el pintor de Romerillo, confecciona sus pinceles con pelos de caballo y derrite plomo que mezcla con cenizas de zinc para lograr los tonos, arma sus bastidores con las astas de las banderas que recoge en las calles después de los desfiles politicos. Era la primera que exponía en una Casa de la Cultura, dice que le resulta muy difícil vender un cuadro, porque solo los pintores reconocidos tienen acceso al mercado. Confiesa que en Cuba es muy difícil vivir de la pintura y que no sabe hacer otra cosa.
Juan de Dios Elybardi es natural de Camagüey, pero vive en Mariel. Sobrevive cambiando sus cuadros por comida. Se traslada hasta los campos más intrincados de Pinar del Río con sus pinturas y allá cambia sus marinas por quesos, sus naturalezas muertas por arroz, sus monalisas por malanga y plátanos. A falta de tela, pinte sobre cartón tabla, que según él resulta un magnífico sustituto. Lo major es que descubrió que lijando el reverso puede pintar por ambos lados del carton y recaudar más comida con sus “cuadros reversible”. Cuenta que en su último viaje a Remates de Guanes regresó bien surtido. Canjeó uno de sus cuadros reversibles, que por un lado era un frutero -ideal para colgar en la cocina o el comedor- y por detrás era un paisaje rural, por medio saco de arroz. Por una marina de un crepúsculo en el mar que por el otro lado tenía un cielo con una rotura por donde se asomaba el rostro de Dios regañando al mundo, le dieron un puerquito recién nacido.