LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Irrumpió recientemente en el ciberespacio un artículo titulado “Los objetivos del Milenio en Cuba”, de la autoría del periodista uruguayo Fernando Ravsberg, relacionado con el anuncio oficial de que “Cuba -con dos años de antelación- cruzó la meta establecida por la ONU para el 2015”.
Según Ravsberg, corresponsal de la BBC en Cuba y antiguo profesor de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, dicha novedad parecía un globazo optimista de los medios oficiales. Pero tras las declaraciones del secretario general de la ONU confirmando el hecho, este periodista confiesa haber “pasado por el filtro” tal información.
Y expone además que ya algunos de los objetivos del Milenio eran logros sociales en Cuba, y entre sus frutos cita la erradicación del hambre y la pobreza extrema, la universalización de la enseñanza primaria, la igualdad de género y autonomía de la mujer, la reducción de la mortalidad infantil y el mejoramiento de la salud materna, el combate contra el VIH Sida y la malaria.
Ejemplifica que, según UNICEF, en la Isla no hay desnutrición infantil, síntoma de contención de la “pobreza extrema”, y que nuestros tugurios marginales parecen “barrios burgueses” al lado de los cantegriles uruguayos, las comunidades mayas de México y las favelas de Río de Janeiro. Un comentario, este último, con el que Ravsberg demuestra que no ha caminado jamás ni por uno solo entre los muchos (decenas) de tugurios marginales de La Habana.
Expone igualmente el uruguayo que aunque en Cuba los ingresos están por debajo del mínimo exigido por la ONU, el régimen compensa dicha explotación con gratuidades y subvenciones en la educación, salud, alimentación racionada, transporte, agua, teléfonos, reparación de viviendas, un sistema de seguridad que financia comedores para jubilados, entrega de módulos de ropa, muebles, elementos de limpieza a familias vulnerables, centro de acogidas de huérfanos, etc…
Alega que nunca se ha topado un niño durmiendo en las calles, que la enseñanza primaria es universal y que pese a los problemas de calidad, escaseces de materiales y déficit de maestros, sería una tontería no reconocer el éxito de que todos los niños van a las escuelas.
En realidad, cuesta entender por qué Ravsberg no se tomó el trabajo de preguntarle a una madre cubana qué siente cuando sus hijos cumplen siete años y le quitan la asignación de leche. O por qué no preguntó a algún nutricionista el hecho de que los pitchers cubanos nacidos entre las décadas de los 80 y 90 no tienen fuerza para la lanzar la pelota a 97 millas por hora.
¿Ha visto Ravsberg dónde hacen sus necesidades fisiológicas los habaneros que habitan en los barrios marginales de Indaya, Palo Cagao, Pocitos, Cambute y otros tantos tugurios? ¿Ha saltado sobre los derrames albañales? ¿No sabe que hay cientos, miles de habaneros que viven en casas de cartón y de recortes de cualquier material que recogen en los basureros?
¿No ha comparado la limpieza de la clínica Cira García, destinada a extranjeros vaciladores del fidelismo, como él, con la suciedad que impera en los hospitales y policlínicos destinados a los cubanos pobres, que es casi toda la población? ¿No sabe que hay salas de operaciones con filtraciones en los techos y están contaminadas con bacterias, y que para tener una mejor atención médica estamos obligados a sobornar a los médicos con míseras recompensas materiales?
La ONU se preocupa por la atención a los enfermos de VIH SIDA, pero en Cuba, los que sufren de Hepatitis C, tienen que esperar varios meses por los medicamentos y en la mayoría de los casos mueren antes de que llegue su turno. ¿Ésta gente no les interesa a Rasvberg ni a la ONU?
¿Tampoco ha visto el corresponsal de BBC prostituyéndose en el malecón a los “pibes” cubanos, los mismos que, según él, nunca duermen en las calles? ¿Desconoce que gracias a la universalidad de la enseñanza primaria, nuestras nuevas generaciones aprenden en las escuelas más obscenidades que conceptos básicos?
¿No le parece a Rasvberg que es hora de ajustar los índices de mortalidad infantil estipulados por la ONU, en correspondencia con los volúmenes de natalidad que en la isla son casi nulos?
Los indigentes habaneros son recogidos, metidos a la fuerza en ómnibus y golpeados en su interior para que se dejen internar en reclusorios mientras dure la visita de alguna personalidad que atrae los medios de prensa. ¿Esto forma parte, para Rasvberg, de la atención a las personas vulnerables?
¿Podría aclararnos este señor, que “vive como Carmelina”, si también se aplica la igualdad de género a las mujeres disidentes? ¿O si el Dengue Hemorrágico -nuestro principal flagelo- no necesita ser erradicado por el eficiente sistema de salud del régimen?
Ravsberg ha demostrado que a pesar del sueldo que le paga la BBC, es un periodista de buró, parcializado y muy poco ético. Mientras, la ONU continúa demostrando su falta de competencia a la hora de investigar pormenorizadamente los informes deshonestos que le envían desde Cuba.