LA HABANA, Cuba, junio, 173.203.82.38 -Entre los días 20, 21 y22 del mes de junio se celebrara el Foro mundial Rio + 20, donde gobiernos e instituciones especializadas trataran de buscar las vías y mecanismos para asegurar la salvación del planeta ante la tragedia ecológica que nos agobia y amenaza a causa de la indolencia e irresponsabilidad de los propios seres humanos.
El magno evento tiene lugar veinte años después de la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro 1992) en la cual los líderes mundiales intentaron ponerse de acuerdo para iniciar el camino largo y difícil en busca de legar a las generaciones futuras un planeta verde y sano.
Ya los medios informativos nacionales han comenzado a recordar la intervención del ex presidente Fidel Castro en aquel cónclave, discurso que califican de paradigmático y premonitorio por los argumentos que esgrimió allí el comandante para señalar las carencias y peligros que enfrenta la humanidad en cuanto a la conservación de su patrimonio natural.
Quien escucha aquellas palabras queda prendado de la certeza meridiana de tan contundentes argumentos y plenamente convencido del compromiso del máximo líder con la protección del medio ambiente.
Para la ocasión se anuncia incluso la publicación de un volumen que contiene reflexiones y valoraciones sobre el tema realizadas por Castro en los últimos años.
Sin embargo más allá de las palabras resulta triste y lamentable la ejecutoria del gobierno cubano en este campo. Los golpes de pecho y el oportunismo verbal no pueden esconder que en los primeros años de su gobierno el máximo líder impulsó una demencial campaña de desforestación
Con el objetivo de sembrar caña de azúcar, café o pastos para ganado ―renglones tradicionales que a la larga han colapsado bajo el influjo de la economía castrista― fue arrasada una parte considerable de nuestra riqueza forestal y convertidas en exóticas muchas de las frutas tradicionales del país. Este fenómeno afecto en medida considerable el régimen de lluvias en importantes regiones económicas de la Isla.
Esa indiscriminada deforestación se unió a los muchos miles de toneladas de fertilizantes químicos que han acelerado la erosión y depreciación de los tradicionalmente fértiles suelos cubanos.
Posteriormente vinieron los llamados pedraplenes, so pretexto de impulsar el desarrollo turístico el máximo líder promovió la construcción de esos caminos de piedra y asfalto para unir la isla grande con otros enclaves insulares del archipiélago y de paso hacer una afectación capital al equilibrio ecológico de nuestros mares. Hace años un especialista vinculado al tema me aseguró que en las instituciones científicas y académicas cubanas estaba terminantemente prohibido siquiera hacer comentarios sobre los efectos nocivos de los pedraplenes.
Las ciudades y pueblos no escapan a los traumas medio ambientales y ecológicos provocados por la desidia gubernamental. La bahía de La Habana es, por mucho, una de las más contaminadas del mundo y los desechos industriales contaminan las ya depreciadas fuentes pluviales.
Resulta harto preocupante la utilización extensiva del asbesto cemento en cubiertas habitacionales y recipientes de agua potable a pesar de estar globalmente contraindicado por sus muy peligrosas propiedades tóxicas.
La higiene ambiental urbana sufre la permanente desidia de las autoridades responsables, incapaces de garantizar la adecuada recogida de desechos sólidos, lo cual nos enfrenta al triste espectáculo de ver nuestros barrios convertidos en eventuales basureros.
Por otra parte el gobierno cubano sigue culpando a las potencias occidentales como los únicos responsables del desastre medioambiental que enfrenta hoy la humanidad y oculta al pueblo cubano que hace ya algunos años La India y China, un país comunista, a tenor de sus acelerados desarrollos industriales, se han colocado entre los mayores emisores de gases contaminantes.
Ojalá la cercana cumbre genere consensos, mecanismos y compromisos para enfrentar con posibilidades de éxito los enormes retos que significan el cambio climático y la enorme deuda ecológica contraída en las últimas décadas.
Si algo es seguro será que veremos a los gobernantes cubanos seguirse proclamando paladines de la protección del medio ambiente, mientras en Cuba afrontamos día a día las consecuencias del monopolio y la desidia irresponsable, impuestos por ellos mismos y que ya dura más de medio siglo.