CORRALILLO, Cuba, junio, 173.203.82.38 -María Conyedo Estupiñán se mudó recientemente para Rancho Veloz, al centro de Cuba. Creyó que en sus apartadas orillas podría vivir en paz. No sabía algo que tan bien aprendido traemos los habitantes del interior cubano, y es que un perro vive más a gusto dentro de su perrera que una lesbiana en un pueblo pequeño. Y muchísimo más si, para colmo, la lesbiana es contraria al gobierno.
El pasado 20 de mayo tuvo la primera decepción. Una manada de hombres vestidos de civil la agredió por pasearse en el parque con un gladiolo blanco entre sus manos.
La montaron en una camioneta vieja y destartalada y se la llevaron lejos del pueblo, en un viaje de varias horas hasta otro pueblo que no conocía, y en el que la pusieron de paticas en la calle, sin identificación -pues además de agredir su dignidad, también la habían despojado de la identidad-, y sin más explicación que una amenaza: No vuelvas a Rancho Veloz, allí no queremos gente indeseable.
María volvió, naturalmente. Y volvió con la determinación de que aunque la maten, va a seguir paseándose por el parque, con su gladiolo, con su hijo pequeño y con su pareja, una linda muchacha que tampoco es bienvenida en el pueblo.
Claro que María Conyedo Estupiñán es lesbian, pero no estúpida. Ahora parece haberse propuesto demostrarle al pueblo, al gobierno y al fisco que goza del apoyo de Mariela Castro, ya que su compartimento es coherente con el de la hija del presidente. Entonces, el pasado domingo 31 de mayo, además de llevar el gladiolo, llevó al parque un cartel bien grande que rezaba: Abajo la homofobia.
Todavía los guajiros de la Seguridad deben estar buscando en el diccionario lo que quiso decir en su cartel, pero, mientras, María se ha ganado la simpatía de no pocos en Rancho Veloz, es decir, de no pocas mujeres, entre las que tampoco deben ser pocas las que comparten, tapiñadamente o no, sus preferencias sexuales, pues, según los cálculos, alrededor de sesenta por ciento de las lesbianas cubanas residen en pueblos pequeños de provincias.
Proporcional a la cifra de mujeres que hoy simpatizan con María, en Rancho Veloz, parece aumentar el desprecio y el odio de los hombres. Era de esperar, en un pueblo en el que sólo firman papeletas de estrado los alcohólicos del bar de la esquina.
Esto último sí es verdad que no ha sorprendido a María, a la cual le he escuchado decir que cualquier mujer cubana, al declararse como lesbiana, llevará a todas partes una suerte de sombrero de tres picos: el rechazo machista de la mayoría de los hombres, la discriminación laboral, más y menos encubierta, y la actitud excluyente de las propias mujeres que son dirigentes del gobierno.
Lo que no sabía María, y ahora recién lo aprende a golpe limpio, es hasta qué puntos son notables y exagerados esos tres picos del sombrero en un pueblo pequeño.
Tuvo que venir a Rancho Veloz para saber que aquí es promovida la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) sólo y únicamente para la mujer heterosexual. Y que falta mucho tiempo para que alguna dirigente federada de este pueblo le permita a ella dictar un conversatorio, desde los púlpitos oficiales, sobre el auge del lesbianismo en el mundo, y todavía menos sobre la necesidad de que sean respetados nuestra libertad de expresión y nuestros derechos.