LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -Isaura es una de las tantas cuentapropistas que pregonan su mercancía por las calles, y lo hace con mucha gracia, nadie como ella para vender amuletos.
Viene desde un pueblecito en Matanzas próximo a la Ocho Vías, donde recolecta semillas, caracoles y otros materiales con los que ella y su esposo confeccionan los resguardos.
Dice que hay vistas que tumban cocos, y para contrarrestarlas vende “patas de conejo”. También lleva “ojos de buey” con un número trece grabado en ellos, para la buena suerte. A una joven que al pasar se queda mirando le muestra una semilla y un pequeño caracol y le dice: “Los puedes llevar en tu cartera para atraer dinero. Estos son los que más vendo, y son baraticos: a peso cada uno.” Luego, un hombre le compra un pañuelo rojo, dice que porque es hijo de Changó.
Cuando los rebeldes bajaron de las lomas, venían cargados de amuletos: rosarios, crucifijos, collares de santajuana, escapularios. No se imaginaban los “barbudos” que pronto estos serían tácitamente prohibidos por el mismo gobierno que ahora ayudaban a tomar el poder, y que quienes los usaran serían acusados de “diversionismo” o debilidad ideológicos y otros insultos por el estilo.
Muchos jóvenes que se negaron a dejar de usarlos fueron perseguidos y encarcelados. Mostrar cualquier indicio de religión o superstición podía acarrear la pérdida del empleo, o de los estudios.
Jorge Luis fue mi alumno en la escuela primaria. Soñaba con ser basquetbolista. Se esforzó mucho para entrar en la EIDE, pero cuando fueron al CDR a hacer la “verificación”, salió a relucir que la abuela tenía una herradura colgada detrás de la puerta, y por eso lo “plancharon”, porque había que ser ateo. Así la extremista presidenta del Comité acabó con las aspiraciones de Jorge Luis.
Pero a pesar del riesgo y las prohibiciones, muchos seguían usando amuletos, crucifijos o medallas con imágenes de vírgenes y santos, a escondidas, en sus casas o entre sus ropas. Las madres, para proteger del mal de ojo a sus bebés, prendían entre los pañales o en la cuna los azabaches o los ojitos de Santa Lucía.
Hoy, entre los amuletos más usados están los crucifijos, las semillas en las carteras, las piedras del cobre, etc. Gran cantidad de cubanos se atreve a usarlos en público y proclamar sus creencias religiosas y supersticiones. Un miedo más que nos quitamos. Lástima que vayamos tan poco a poco y nos queden tantos miedos por vencer.