LA HABANA, Cuba (173.203.82.38) – Las supuestas facilidades para ejercer el trabajo por cuenta propia están obstaculizadas por un excesivo control. De nada sirve que aumente el número de oficios autorizados si arbitrarias medidas impiden su realización. Es algo así como acelerar y poner el freno a la vez.
Entre las disposiciones que más afectan el desempeño de los cuentapropistas está la movilidad. Mientras unos son obligados a desplazarse continuamente para vender, otros tienen que permanecer en un solo lugar.
Y esta exigencia no siempre está regida por las condiciones del trabajo a desempeñar, sino por “leyes cimarronas” que imponen algunos funcionarios fuera de las regulaciones oficiales para este tipo de actividad.
Ante las irregularidades de los métodos a seguir, un número creciente de cuentapropistas se queja ante los medios en busca de una solución. Las afectaciones a los servicios que ofrecen, provocan que no pocos entreguen su licencia, y “hasta aquí llegué”, como expresó a este reportero Libán Ferreiro, carpintero.
La señora Rosa Rodríguez es una de los cuentapropistas que se encuentran (por las arbitrariedades de los de arriba) entre la espada y la pared. Informada en el Consejo de la Administración Municipal de Boyeros de que los inspectores procederían a multar a los titulares de la licencia de no encontrarse en el local de trabajo, calificó de poco razonable la medida.
El problema –reveló- es que allí les plantearon que “los trabajadores contratados no tienen facultad para despachar y atender al cliente si el titular no está presente”. De violar esta disposición, hasta se le puede anular la licencia. Y eso no está entre las regulaciones publicadas en la Gaceta Oficial para el trabajo por cuenta propia.
No obstante, si se ausenta para ir al baño, gestionar y adquirir insumos, recoger a sus hijos en la escuela, o decidir tomarse un día para descansar de tanto trajín, está obligada a cerrar.
No importa si ella tiene contratados a tres trabajadores que pueden atender el negocio, paga puntualmente sus obligaciones tributarias, y cumple con las demás condiciones exigidas. Si llega el inspector y no está presente, paga las consecuencias.
Hechos similares ocurren a lo largo y ancho del país. Las quejas no tienen para cuándo acabar. Mientras unos buscan cualquier trabajo para sobrevivir, otros lo hacen para entorpecer a los demás.
Obligar a permanecer en su puesto de trabajo, sin salir, al administrador de un negocio propio, es un contrasentido. Igual que impedir a los vendedores ambulantes detenerse a vender sus productos.
Pobre de quienes creen en la voluntad de los burócratas de facilitar el trabajo por cuenta propia. ¿De qué sirve elevar hasta 50 el número de trabajadores contratados por el titular de una licencia, si él no se puede ausentar del local ni por un minuto?
En este país todo es posible. Los funcionarios ejercen la locura por cuenta propia.