LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Con el despegue del avión de Alitalia, del aeropuerto Rancho Boyeros, que llevaba a bordo al Papa Benedicto XVI, se puso fin a una de las visitas más controvertidas que hará un Pontífice jamás. La tormenta que se cernió sobre la zona e impidió durante más de una hora que el prelado pudiera escapar de la isla, debió indicarle que Dios, a través de la naturaleza, le mostraba su disgusto.
Escudándose en palabrería propia de demagogos, llamó a los fieles católicos y a la población cubana a seguir soportando, con fe y resignación, la dictadura comunista. Y mientras cientos de cubanos eran detenidos y apaleados en diferentes lugares de la isla, Benedicto XVI, hablaba de reconciliación, perdón y mirar al mañana.
Mientras más bramaba en sus discursos el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, desbordados de carga política e intolerancia; más apaciguaba el Papa a la sociedad cubana.
Las palabras de Benedicto sobre la inviabilidad del marxismo y la necesidad de abrir nuevos caminos, dichas durante su vuelo a México no quedaron sin respuesta. Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Estado, y en estos momentos uno de los hombres más poderosos del partido comunista, dejó claro que en tema de las libertades políticas y ciudadanas la dictadura no se movería un milímetro.
Pero si por sus palabras lo conocimos, por sus actos lo juzgamos. Reunirse durante media hora con el ex dictador Fidel Castro Ruz y su familia incluyendo una nuera y nietos y dejar en la estacada a las valerosas Damas de Blanco es una ignominia que el pueblo cubano deberá recordarle a cada paso al Cardenal Jaime Ortega. La Iglesia Católica, al ponerse de parte de los poderosos, cargará con parte de la responsabilidad por la violencia y la ingobernabilidad que puedan desencadenarse en la transición cubana a la democracia.
La visita del Papa, por la forma en que fue realizada, ayudó al ascenso del bunker dentro del partido comunista y el Ministerio del Interior. El General Fernández Gondín, Jefe de la Seguridad del Estado, sumó otro mérito ante la familia real: demostrar que lo tenía todo “atado y bien atado”, y que hasta los camilleros de la Cruz Roja (nunca fue más apropiado el adjetivo), estaban preparados para patear y detener a los demócratas revoltosos. Esto me lo recordó el Teniente Coronel Tamayo, mientras yo estaba detenido en los calabozos de la 3ª unidad de la policía en Santiago de Cuba
Los comunicadores independientes y blogueros vieron bloqueados sus teléfonos fijos y móviles. Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos, en datos preliminares, más de 400 personas fueron detenidas temporalmente, recluidas en sus casas, deportadas, o golpeadas por efectivos del aparato represivo, muchas de ellas Damas de Blanco, las cuales deberán ratificarse en su fe. El desaire del alemán Ratzinger a su clamor y al pedido de un minuto para recibirlas, indica lo vacías que son sus palabras.