LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -Cada vez que Miladis Fonseca necesita guardar alimentos o beber agua fría, lamenta haber cambiado su refrigerador General Electric, viejo pero en perfecto estado, por uno chino nuevo, que se rompió a los pocos meses de uso, con garantía vencida, y sin terminar de pagar.
Muchos de esos refrigeradores chinos nuevos funcionan aceptablemente, pero otros miles están rotos, algunos se rompieron a los pocos meses de uso. Miladis, como decenas de miles, estuvo espoleada por la propaganda de ahorro energético y consecuente ahorro al bolsillo. Curiosamente, el gobierno aumentó las tarifas eléctricas en los días del cambalache. No hubo tal ahorro económico para el consumidor.
También se adujo falta de repuestos para las antiguas neveras. Fue obligatorio entregar, sin pago a cambio, el viejo refrigerador, aunque funcionara a la perfección.
Hubo remiendos a toda carrera. Frigoríficos rotos por años fueron reanimados. Tenían que enfriar siquiera unos minutos, para obtener la aprobación del inspector estatal. Hubo personas que por la noche rellenaban el refrigerador con hielo, para demostrar que funcionaba perfectamente en la mañana, y obtener así el visto bueno. Otros, por supuesto, lo obtuvieron mediante soborno.
Todos los refrigeradores de uso debían ser destinados a chatarra. Tal vez ni la mitad haya llegado a su destino, pues los empleados que los recogían se dedicaron a venderlos ilegalmente a quienes no tenían ninguno.
Justino, técnico en refrigeración, hizo zafra con la supuesta chatarra. “Vienen sellados. Hay que intervenirlos quirúrgicamente. Hago un corte preciso, como cirujano, en la piel del refrigerador. Extraigo el capilar (filtro) tupido, pongo otro recuperado de alguno soviético. Coso la herida con silicona. Si el motor está quemado o trancado, sustituirlo para su reventa. Si no, abrir, enrollar, echar aceite, soldar tapas, echar gas refrigerante. Pongo el relay nuevo. Compro accesorios a revendedores. Piezas obtenidas de talleres o almacenes de chatarras”.
En cuanto a los refrigerados nuevos, el fabricante certifica doble temperatura controlable. Casi todos tienen el defecto de enfriar demasiado en el congelador y muy poco abajo. Los alimentos se descomponen. Obviamente los refrigeradores chinos importados por Cuba son inferiores en calidad a los exportados por ese país a otros países. Aparentemente el gobierno cubano adquirió los que nadie quería comprar.
El banco no concede moratorias a los cliente, aunque el equipo esté roto, hay que pagarlo. Para el gobierno – ¡ no faltaba más! – la operación fue otro éxito de la revolución, que renovó 95% de aparatos antiguos.
Miladis, desde que abrió sus ojos al mundo, hace sesenta años, vio siempre el mismo refrigerador General Electric, comprado por su padre, en 1950, siempre funcionando a la perfección, hasta el día fatal en que se lo entrego para comprar el chino. Ahora, como muchos otros cubanos, exclama, entre suspiros: “Cambié la vaca por la chiva” .