LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.oeg -Hay una foto de Raúl Corrales, “La pesadilla”, que siempre me ha llamado mucho la atención por lo sugerente. Fue tomada por Corrales en la embajada cubana en Caracas, cuando integró la nutrida comitiva que acompañó a principios de 1959 a Fidel Castro en su viaje a Venezuela, que fue también el primero al exterior.
En la foto, un soldado del Ejército Rebelde, barbudo, de aspecto montaraz, con el uniforme desaliñado y el arma a mano, duerme en un catre colocado en un salón de la sede diplomática, que la escolta del Comandante había convertido en campamento militar. Pero el sueño del soldado de la revolución es acechado por los pies descalzos de un campesino. Como si al soñar el futuro, este se pareciera demasiado al pasado.
Y la premonición se cumplió. Hoy en Cuba no hay guajiros descalzos, sino con los zapatos rotos –y también los de sus hijos y sus nietos-, pero en cambio hay demasiado desempleo, hambrientos, abuso policial, desalojos, desigualdades sociales, racismo, prostitución, pordioseros y barrios de llega y pon. No importa si la lengua oficial, siempre con sus eufemismos para no llamar las cosas por su nombre, prefiere hablar -cuando habla de eso, si es que habla- de ajustes laborales, extracciones de domicilios, barrios insalubres, problemas culturales y capas más desfavorecidas, que aunque les quiten los subsidios y la seguridad social, y se queden en la calle o los envíen para un albergue inmundo porque su casa se derrumbó, “jamás serán desatendidas por la revolución”.
Que me avisen si no se parece –y en ocasiones supera- a los peores rasgos del pasado pre-revolucionario. Muy adecuado el título de la foto. ¿Hay peor pesadilla que pasar más de 52 años de purgatorio para volver al mismo punto de partida e incluso pasarse e ir a parar más allá en el camino no a Damasco, sino al infierno? Y todavía hay quienes hablan de revivir “el sueño” desde la experiencia del fracaso…