LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -El huracán Sandy, que hace más de un año azotó las provincias Guantánamo, Holguín y Santiago de Cuba, dejó más de 250 mil viviendas destruidas o seriamente dañadas. A ello se le suma el medio millón que, en todo el país, se encuentran en estado regular a malo. Actualmente, hay más de 800 mil casas y edificios multifamiliares en avanzado deterioro. No pocas de estas edificaciones corren peligro de derrumbe, o han sido declaradas inhabitables.
Estas cifras dan una idea de cuán grave es el problema habitacional en Cuba. En el año 2006, se construyeron 106 mil casas. Desde esa fecha hasta el presente se ha desacelerado la construcción de viviendas. Cada año se construyen menos. Entre los años 2010 y 2012, el promedio anual de inmuebles construidos no sobrepasó los 35 mil.
A mediados de julio, el titular de Economía y Planificación, Adel Yzquierdo, informó a los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular que el plan de construcción de viviendas para el presente año no se cumplirá, “por falta de recursos”, principalmente con respecto a las viviendas que estaban previstas edificar en La Habana.
Señaló que en el primer semestre se incumplió con la cifra de viviendas previstas para edificar por esfuerzo propio, debido que los subsidios y créditos concedidos a 176 mil personas (ascendiente a 58,4 millones de dólares), fueron destinados por los beneficiarios a la compra de cemento, viguetas, bovedillas, cabillas, áridos, bloques, lozas, puertas, ventanas, herrajes para los baños y cocinas, que se emplearon para el mantenimiento y mejoría de sus casas.
Los establecimientos de ventas de materiales de la construcción administrados por las direcciones de Comercio y Gastronomía de los Consejos de Administración Provincial y Municipal del Poder Popular, permanecen sin oferta de productos la mayor parte del tiempo. Sus empleados, para provecho propio, incumplen con las normas de entrega de productos que se despachan a granel. Alegan que no disponen de medios de pesaje, perjudicando a los que compran estos materiales.
Tampoco cumplen con los estándares de calidad exigidos para los productos, aunque los venden por lo general a precios elevados. De la corrupción que ha infectado a la mayoría de las dependencias estatales, no escapan los comerciantes de materiales de construcción. Es común que los productos que no hay en los puntos de ventas, sean ofertados por los revendedores al doble o al triple de su precio oficial.
Cuando las personas subsidiadas, que permanecen semanas e incluso meses a la espera inútil de los materiales, reclaman a los empleados por estos escandalosos desvíos, responden que “los materiales no han entrado” y que “eso no es asunto de ellos”.
Este desvergonzado y abusivo negocio responde a una alianza en la que están involucrados directivos de la industria de materiales de la construcción, los administradores de los establecimientos estatales y toda una red de intermediarios que compran la mercancía antes de que ésta llegue a los puntos de venta.
Los camiones que trasportan los productos salen de las fábricas, pero no llegan cargados a su destino. Descargan en los lugares previamente seleccionados para la red de revendedores que controlan los intermediarios, quienes, además, se ocupan de proponer la mercancía y de su traslado.