LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -La Masonería es una de las instituciones fraternales que han logrado subsistir, luego de cinco décadas de haberse instaurado en la Isla un régimen comunista. Con la peculiaridad de que ella se distingue de casi todas las demás por haber incidido grandemente en la formación de la nación cubana.
La fortaleza de esta institución radica en su carácter cosmopolita, basado en principios doctrinales que sustentan la vocación democrática y progresista que, en casi 400 años de existencia, ha caracterizado a sus prosélitos.
Desde los primeros años del siglo XIX, las luchas por la emancipación de Cuba de la metrópolis española estuvieron asociadas a esta institución fraternal. Conspiraciones como las del “Águila Negra”, “Rayos y Soles de Bolívar”, “Cadena Triangular” y la de “Mina de la Rosa Cubana”, estuvieron inspiradas en los ideales de Libertad, Igualdad, Fraternidad. Posteriormente, en la organización de la “Guerra de los 10 Años” y de la “Guerra de Independencia”, continuó este mismo patrón de participación e influencia masónicos.
Durante la República, la institución masónica estuvo representada entre las “clases vivas” de la sociedad cubana, antecesora de las actuales ONGs, en el desarrollo y mejoramiento de la educación, la salud y la cultura, así como en el adecentamiento de las costumbres populares, mediante campañas dirigidas a combatir el alcoholismo, el juego de azar y la prostitución. La corrupción de los funcionarios estatales era otro objeto de la atención de estas “clases vivas”.
Hasta el triunfo de la Revolución, este trabajo social no constituía un hecho político. A partir de entonces sí lo fue. En Cuba, el estado socialista es el único proveedor de los servicios tales como la educación, la salud, la cultura y la práctica del deporte, entre otros. Por lo que toda crítica o investigación, realizada de forma independiente al desarrollo o funcionamiento de estas actividades, implica invadir el sacrosanto espacio gubernamental, convirtiéndose de hecho en un asunto político.
A partir de esta concepción gubernamental, desde finales de la década de los sesenta, los dirigentes de la masonería cubana comenzaron a reinterpretar los enunciados de las leyes masónicas universales conocidas por “Antiguos Limites”; particularmente en lo que se refiere a no dar “cabida a debates de religión ni de política”, y a que “la masonería respeta la organización civil y política del país en que tiene asiento”.
El primero de estos aspectos llegó a abarcar desde el reprobar un comentario hecho en las logias, relativo a la situación en que se encontraba la educación o los servicios de salud en el país, hasta el de leer o comentar pensamientos martianos que pudieran resultar “molestos” para las autoridades. Con este nuevo enfoque, cualquier cosa podría ser considerada un debate político.
El segundo aspecto implicó aceptar el rol, con las consecuencias que ello implicaba, de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, como entidad “rectora”.
Actualmente, las relaciones entre las instituciones masónicas y el gobierno de la Isla son excelentes. Masones bien informados comentaron que próximamente el gobierno autorizará a la Gran Logia de Cuba la apertura de dos nuevas logias.