LA HABANA, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -A diferencia de las ejecuciones con un tiro en la nuca, Penkovski fue atado a una tabla y lentamente introducido en el horno crematorio por los pies. Un grupo importante de oficiales del Ejército e Interior, miraron la espeluznante escena, como clara advertencia a potenciales traidores futuros. Oleg Penkovski, Coronel de la Dirección de Inteligencia del Ejército Soviético (GRU), miró al cielo, y si dijo algo, el ensordecedor ruido del horno ahogó su últimas palabras.
Nació en 1919 en Vladikazvkaz, Osetia del Norte. Hizo carrera en la artillería soviética, combatió en Finlandia y en la Segunda Guerra Mundial. Más tarde ingresó en la temida GRU. Pasó a la historia como la llave que desmontó las ambiciones nucleares de Fidel Castro en 1962 y para siempre.
Comenzó a colaborar con los servicios de inteligencia occidentales el MI6 y la CIA a principios de la década del sesenta, momento en que se despojó del cinismo de los burócratas comunistas. Sin embargo pasó mucho tiempo para ser contactado, por que las agencias occidentales lo veían como otra trampa de la seguridad soviética.
Como alto oficial de inteligencia y a través de su amistad personal con el Jefe KGB, el Coronel General Ivan Serov, y el Mariscal Serguey Varentsov, Oleg conoció de las negociaciones que Ernesto Guevara, enviado por Fidel Castro llevaba a cabo en Moscú. La intención del negociador era instalar misiles nucleares en Cuba. Y según evidencian las cartas de Fidel Castro a Nikita Jrushov, Castro proponía dar el primer golpe nuclear si hubiese sido necesario.
Espantado por la arrogancia e irresponsabilidad de ambos latinoamericanos ante los protocolos de contención nuclear, Penkovski decidió alertar a los norteamericanos sobre los planes de traslado y emplazamiento del armamento en Pinar del Rio y el norte de Holguín.
Gracias a esa información se realizaron los vuelos de reconocimiento de la CIA y la USAF sobre Cuba, a principios de octubre de 1962, sobre las zonas de acantonamiento de tropas soviéticas y los americanos obtuvieron pruebas fundamentales de lo que se estaba preparando.
Los mensajes cifrados de Penkosvki a la CIA, alertaron a occidente sobre la locura y megalomanía de Fidel Castro, antes que los soviéticos, irresponsablemente, pusieran en operaciones los misiles nucleares en suelo cubano. Sin saberlo, Penkovsky se convirtió en la llave que cerró la puerta al holocausto nuclear.
Mientras el Presidente Kennedy daba su discurso de 17 minutos ante la televisión el 22 de octubre de 1962, anunciando al mundo la locura cubana y poniendo a la Isla en cuarentena, Penkosvki era arrestado en Moscú. Meses después, el 13 de mayo de 1963, fue llevado a crematorio.