LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – En mayo de 1994, más de una decena de disidentes irrumpieron en la residencia de un diplomático belga para exigir visado y escapar de la dictadura. Fue el inicio del clímax de las acciones contestatarias contra el régimen, que empezaron a cobrar fuerza a partir de 1992, cuando la crisis se agravó, tras el derrumbe del campo socialista europeo.
Las autoridades, para atajar la ola de protesta y el éxodo, hundieron frente al malecón habanero el remolcador 13 de Marzo con 68 cubanos que intentaban escapar de la isla. Fallecen 41 personas, entre ellas 11 infantes, cuando dos lanchas de la marina de guerra los atacaron con chorros de agua y formaron un torbellino para que los que estaban sobre la cubierta se precipitaran al fondo del mar. Se dice que el difunto ministro de Transporte, General Senén Casas, fue quien ordenó la matanza.
La gente quería escapar de Cuba a como diera lugar. En respuesta, las autoridades desataron la represión. El 5 de agosto de 1994, miles de habaneros se lanzaron a la calle para protestar y exigir la renuncia del gobierno. La ola popular reventó en La Punta y marchó por el Malecón y la calle San Lázaro.
Los vecinos de los edificios aledaños se solidarizaron con los manifestantes y desde los balcones literalmente fusilaban con macetas y botellas a la turba oficialista formada por la policía política y funcionarios del Partido Comunista, liderados por Juan Coutino Aslan, cabecilla de los CDR, quienes daban vivas a Castro y a la revolución.
En la intersección de las calles Belascoaín y San Lázaro y Malecón, tropas antimotines del Ministerio del Interior se apostaron con ametralladoras cuatro bocas e hicieron ademán de disparar contra los manifestantes. Fue entonces que estos desistieron de la protesta y pusieron pies en polvorosa. Pero la gente se dirigió entonces a Galiano y las tiendas de esta calle fueron destruidas y saqueadas.
Las autoridades movilizaron a sus fuerzas elite, boinas rojas de las Fuerzas Armadas y los policías antimotines, que durante la noche del día cinco y la madrugada del seis coparon la capital en zafarrancho de combate. En toda la Isla las fuerzas del MINFAR y el MININT fueron acuarteladas en alerta roja durante varios meses.
Al amanecer del sábado 6 de agosto, los edificios desde donde se arrojaron botellas y macetas, fueron invadidos por la policía y limpiados de artefactos que pudieran potencialmente ser utilizados en caso de otra protesta.