LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -Cuando la “Pérfida Albión”, como llamara a Inglaterra el poeta Agustin Louis Marie de Ximénèz, tomó La Habana, en 1762, se encontró con una férrea resistencia por parte de los habaneros. Entre ellos, se destacó más que nadie el regidor y alcalde mayor de Guanabacoa, José Antonio Gómez Bullones, más conocido como Pepe Antonio. Él fue el héroe de la resistencia popular contra el invasor inglés.
Por la heroica resistencia de este hijo de la villa de Guanabacoa ante la invasión inglesa, quedó en las bocas de los habaneros el dicho de “hacer las cosas de a Pepe”, o sea, por la fuerza. Es por eso que cuando a un cubano lo quieren obligar a hacer algo que no desea, es común oírlo decir: “No, así de a Pepe, no”.
Hay otro dicho relacionado con la toma de La Habana. Es muy usado todavía en la Isla, aunque con cierta variación en su significado. Originariamente se decía: “¿Tú no estarás trabajando para el inglés?”, con lo que se cuestionaba a alguien su supuesta falta de fidelidad hacia España.
Pero ahora el cubano no lo usa en ese sentido. Cuando se oye afirmar categóricamente a un habanero: “Estoy trabajando para el inglés”, no quiere decir que realmente lo esté haciendo para los británicos, sino que trabaja en vano, que no se gana nada, o que el dinero se lo tiene que dar a otra persona.
También perdura otro dicho de aquella época y que está relacionado con el color rojo del uniforme usado por el ejército inglés. Resulta que el uniforme de ceremonia y el uniforme de batalla se distinguían por tener una casaca roja. Se dice que era para cubrir la sangre de las heridas, y hacerle creer al enemigo que los soldados eran inmortales.
Éste color se parecía mucho al color del mamey. Así que los habaneros empezaron a llamarles “los mameyes” a los soldados ingleses. De esta manera, cuando las autoridades imponían el toque de queda, o los soldados irrumpían en cualquier lugar, se decía que “llegó la hora de los mameyes”.
Ahora, cuando un cubano dice: “la hora de los mameyes”, está queriendo decir que ha llegado la hora decisiva para afrontar un problema.
La ocupación de la Habana, por parte de los ingleses, duró once meses. Pepe Antonio no vivió lo suficiente para ver libre a La Habana que tanto defendió, ni oyó en boca de sus coterráneos el dicho que lo alude. No murió luchando como quizás hubiera deseado. Se cuenta que murió de disgusto, cuando el coronel español Francisco Caro lo relevó del mando por envidia.
Pero, en recuerdo a su memoria, podemos intentar hacer una frase que contenta las tres frases históricas que lo aluden: En nuestra situación actual, el cubano lo tiene que hacer todo a Pepe, si no quiere trabajar para el inglés, ya que no acaba de llegar la hora de los mameyes.