GUANTÁNAMO, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Guantánamo, tierra del Mayor General Pedro Agustín Pérez, tuvo su mayor momento de esplendor en las primeras décadas del siglo XX cuando se asentaron en ella numerosos grupos de inmigrantes, siendo la comunidad catalana la que marcó indeleblemente el progreso de la ciudad gracias a la fundación de ágiles y eficaces negocios, a su decisiva participación en la producción agrícola y al fomento de instituciones sociales y culturales que todavía se recuerdan con orgullo. Un elemento coadyuvante al desarrollo de la ciudad fue la cercanía de la Base Naval norteamericana ubicada en Caimanera, no sólo por ser una importante fuente de empleo sino también porque los marines representaban un apreciable aporte económico.
Desde hace cuatro o cinco años un grupo de acciones constructivas ha ido mejorando la imagen de la ciudad, sobre todo en los alrededores del parque José Martí. Habiendo sido designada Guantánamo sede del próximo acto nacional por el aniversario 59 del asalto al Cuartel Moncada las acciones y proyectos se multiplican.
En medio de este fervor constructivo se corrió la voz de que la estatua de Pedro Agustín Pérez iba a ser trasladada desde el parque José Martí hasta otro lugar donde se le resguardaría hasta tanto se le colocara en el área que hoy ocupa el parque zoológico municipal, donde se piensa rehacer la plaza que allí existió hace muchos años bajo el nombre de Isabel II. Oficialmente nunca se dijo de quien fue la desacertada idea, lo cierto es que suscitó tal rechazo que el proyecto fue engavetado con la misma rapidez con que trascendió.
Y es que Guantánamo tiene dos figuras señeras. Una es Regino E. Boti, nacido en 1878 y considerado el primer gran poeta cubano del siglo XX. Iniciador de lo que él mismo llamó la primera y única revolución literaria que se ha producido en Cuba, Boti fue un hombre extraordinario cuyas resonancias continúan asombrándonos. La otra es el Mayor General Pedro Agustín Pérez, quien nació en Tiguabos, Guantánamo, el 29 de abril de 1844.
En la primera guerra de independencia “Periquito Pérez”, como también se le conocía, combatió al lado de España. Fue jefe de una de las Escuadras de Guantánamo con el grado de comandante. Sin embargo, apenas concluida la Guerra de los Díez Años el antiguo aliado de la metrópoli comenzó a conspirar en su contra, al extremo de que en agosto de 1879, cuando comenzó la Guerra Chiquita, fue detenido y enviado a la cárcel de Cayo Toro. Liberado varios meses después fue repuesto en las filas españolas. Pero al parecer la decisión del guantanamero de luchar por la libertad de su patria era irrevocable porque volvió a pasarse al campo de la revolución y se convirtió en un azote para las huestes españolas en este territorio.
Con grado de Teniente coronel combatió bajo las órdenes del Mayor General Guillermo Moncada, cayó prisionero de los españoles y fue enviado al Morro de Santiago de Cuba de donde escapó de forma espectacular. Desde 1883 y hasta el alzamiento del 24 de febrero de 1895- etiquetado erróneamente como día del Grito de Baire cuando no fue en este lugar donde se celebraron las principales acciones ni precisamente las más patrióticas, algo que todavía nuestro pueblo desconoce y los historiadores no han amplificado lo necesario-, Periquito Pérez vivió prácticamente de forma clandestina. Su presencia en la manigua llegó a ser tan activa que Guantánamo se convirtió en la única zona del país que se mantuvo en beligerancia contra España todos esos años, razón más que suficiente para que los principales dirigentes de la guerra necesaria, como la llamó Martí, escogieran esta zona para desembarcar.
La historia militar de Pedro Agustín Pérez constituye una página de gloria para Cuba y en ella sobresalen numerosas acciones importantes. Por su fidelidad Periquito Pérez contó siempre con la confianza de José Martí. Su valor, en sólo tres años, lo hizo ascender desde el grado de Teniente coronel hasta el de Mayor General.
Al terminar la guerra fue designado alcalde de Guantánamo por las fuerzas de intervención norteamericanas y más tarde electo por el pueblo para ese cargo en dos ocasiones aunque renunció a él en 1903. Su desempeño como alcalde estuvo signado por una escrupulosa honradez, lo que desdice en mucho el cliché con que se ha simplificado la enseñanza de la historia republicana en nuestras escuelas y que consiste en decirles a nuestros estudiantes que todos los gobernantes de esa época fueron unos corruptos.
Pedro Agustín Pérez falleció el 13 de abril de 1914. Resido en Guantánamo desde agosto de 1985 y jamás he visto que se recuerde, siquiera con un sencillo acto, su nacimiento o su muerte. A menos de dos años del primer centenario de su muerte y a pesar de sus méritos es todavía el único general de nuestras guerras de independencia que no cuenta con un sello de correos. Mientras esperamos por la subsanación de esos errores al menos seguiremos admirando su estatua en el parque principal de la ciudad.