LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -La rivalidad en el mercado desarrolla la oferta, regula los precios y favorece al consumidor. Pero la competencia resulta un fenómeno desconocido para las nuevas generaciones de cubanos.
Por obra y gracia del socialismo, “tómalo o déjalo” ha sido la respuesta más recurrente para silenciar a clientes inconformes. Sin embargo, después que la administración de Raúl Castro aplicara medidas económicas que han permitido la apertura de pequeñas empresas particulares, algunos de sus establecimientos muestran animosidad competitiva.
“T-Fregaré, buscamos la excelencia en el brillo”, es el eslogan que aparece en un negocio de fregar autos, emplazado en la esquina de las calles 27 y 4, en el Vedado habanero.
Empresarios cuentapropistas levantaron un “carport” (garaje con estructura y cubierta ligera), y colgaron parasoles anunciando las firmas venezolanas “Rodanol” y “United Chemical ”, al tiempo que dos jóvenes, auxiliados por una bomba eléctrica de presión, friegan los automóviles; luego les aplican un producto a base de silicona aromatizada, para abrillantar la carrocería. Y al terminar, cobran 3 dólares por el servicio.
A escasos 100 metros del lugar, en las calles Zapata y 4, se encuentra el garaje estatal “El jardín”, perteneciente a la cadena Servi-Cupet, de CIMEX. S. A. Con mejores condiciones y un elevador hidráulico, ofrecen a los usuarios un servicio de fregado que tiene precios hasta 10 veces menores que sus vecinos cuentapropistas. Pero el local permanece inactivo durante gran parte de la jornada laboral. Entretanto, algunos choferes consultados, manifiestan su preferencia por el servicio de “T-Fregaré”, a pesar de ser más caro.
“El servicio del Cupet es malo” –alega Ricardo Herrera, de 45 años, taxista particular y dueño de un Chevy, modelo1952, de esos que los habaneros llaman almendrones. Él opina que aunque las tarifas estatales son más bajas, sus trabajadores parecen estar obstinados y trabajan mal; sin embargo, los particulares reaccionan más favorablemente a las exigencias, porque luchan por mantener su clientela. “Lo barato sale caro”, sentencia Herrera.
A dos kilómetros del sitio, hay otra planta de fregado cuentapropista, ubicada en el sótano de un edificio multifamiliar enclavado en la calle 17, entre 26 y 28. Por allí, envueltos en una neblina de agua a presión, desfilan un sinnúmero de automóviles. Esta entidad también compite con otro Servi-Cupet de la corporación CIMEX, ubicado en las calles 23 y 24.
A la pregunta de ¿por qué prefieren a los particulares?, un médico de 38 años, que solicitó el anonimato, responde: “La calidad es lo más importante. Los cuentapropistas, mediante la competencia, están evidenciando que el sector estatal es ineficiente”.
Las pruebas revelan que la única forma de reparar la catástrofe económica engendrada por el socialismo es doblar en U, para regresar rápidamente al capitalismo.