LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 – Hoy, en Cuba, en la enseñanza de secundaria básica no se estudia para aprender. Los padres y maestros aguijonean a los chicos para que obtengan altas notas. No importa el medio. Lo que importa es la nota, el fin: ascender en el escalafón escolar, único modo de aspirar a los cursos de enseñanza media superior y, luego, a la universidad.
“Pedrito está estudiando matemáticas con un profesor jubilado, que vive en la esquina, porque sacó una nota baja y tiene que revalorizar. Debemos subirle la puntuación, ya que está en octavo grado, y para optar por una matrícula en el preuniversitario, hay que obtener un promedio bien alto”: Esto me lo ha contado Dayamis, una vecina.
Por su lado, otra vecina, Margarita, peluquera establecida recientemente por su cuenta, expone: “Si mi hija Yuslaydis no llega a 96 ó 97 puntos en Español, difícilmente podrá mantenerse en el escalafón de noveno grado. La tengo con una maestra de esa asignatura, que trata de corregir sus lagunas, mañana y tarde. Porque en la escuela secundaria no enseñan bien el Español. El propio maestro tiene faltas de ortografía, las notas de clases son un desastre, y a estas alturas tienea dudas entre lo que es sujeto y predicado”.
“Aquí el dinero no nos alcanza ni para comer, pero no me queda otro remedio que pagar a la repasadora de Español, porque el pase para el preuniversitario está difícil. Y las carreras esas de técnico medio son una bobería. Después de terminadas, los muchachos no encuentran trabajo”, añade Margarita.
Los estudiantes, en su mayoría, estudian solamente lo que va a examen. Los profesores le indican exactamente lo que tienen que estudiar, para que venzan las pruebas. Mientras, el aprendizaje, como proceso, queda lastimosamente a un lado.
La enseñanza general en Cuba es gratuita. Sin embargo, la calidad ha decaído mucho en comparación con treinta y cuarenta años atrás, cuando todavía quedaban profesores y maestros formados profesionalmente antes de 1959. Las escuelas públicas cubanas, aunque modestas, poseían un cuerpo docente de excelente calidad, preparado en las llamadas Escuelas Normales.
Pero en los años 80 y 90, los vaivenes de las políticas educacionales, más la desvalorización del magisterio, la crisis general del país y los excesos de controles y dogmatismo ideológico, hicieron que miles de maestros y profesores con experiencia abandonaran las escuelas y se dedicasen a trabajar en otros sectores menos complicados y más rentables.
A partir del año 2000, el gobierno puso en práctica un plan de formación emergente de maestros, que preparó a jóvenes sin conocimientos y sin formación suficiente para impartir las asignaturas. Se implementaron las clases por televisión, cuyo resultado más sobresaliente es que los estudiantes perdieran interés por el aprendizaje.
Los bisoños profesores, por su lado, revelaron pronto la incapacidad de conducir eficientemente el proceso de enseñanza. Una prueba de ello se aprecia fácilmente en los incontables suspensos de los alumnos en asignaturas cómo Matemáticas, Física y Química, y en su desconocimiento general de las más elementales reglas de ortografía, así como en su incapacidad de expresarse, tanto por escrito como oralmente, de manera coherente.
En Cuba, los resultados de los exámenes de fin de curso ya no garantizan un auténtico nivel académico. El aprobado ha dejado de ser una prueba del conocimiento y un fruto de la disciplina en los estudios, para convertirse en un mero número, en el único objetivo, sin que a nadie le importe como se logra.